martes, 31 de octubre de 2023

Los martinicos

Quizá era el mar quien guardaba mis secretos en el amanecer o de repente era la sencilla  invitación de él para contemplarlo con el vaivén de sus ondas e inspirarme entre sus caminos sin regreso. Para entonces la calma invadía mi ser, el tiempo de las respuestas finalizaba y la esperada frustración del mañana, había llegado finalmente. El invisible momento de sus olas, me daba la esperanza de que el tiempo cambia el rumbo de todos sin querer volver atrás.

El corazón nos abandonará cuando no hay permanencia, cuando el horizonte es sombrío y si así muere la esperanza, para qué esperar lo que nunca llegará. El pensamiento entonces, vuela entre las cumbres de los sueños pero sin ningún contentamiento. Las horas poco a poco pasan interminables, vacías y sin contenido para que junto a las palabras perdidas, ya no tengan que hacer eco en el ser ni calmen siquiera la sed del hombre más fuerte. ¿Sería el cómplice yo de esta contradicción?¿Es acaso, la ley de la vida? 

Un cuerpo muere cuando no recibe el aliciente del soplo divino, cuando el resplandor del propósito se vea extinto entre tantos dimes y diretes de la necedad, del egoísmo traducido en la excusa del presente. Y quién sabe del desagradecimiento inherente del que dice ser el más humano. Pero estas verdades, son la razón del propósito, la realidad de la indiferencia que nos engaña por las presentes apariencias. Pero así conocemos todos, lo que es la vida.

Se está yendo este año, no falta mucho y hasta el momento, el mar recibe mi calma, mis pensamientos y mi reclamo. El tiempo es más largo, la noche oscura más densa o la luna plena que nos contempla, siempre nos dice que las condiciones no cambian y si así lo fuera, no se cumpliría en los tiempos que yo quiera. Me alienta que entre más embravecido se encuentre al mar ante mi vista y mis deseos, se esconde una ilusión que no se inmuta. Yo sé que es la Luz que me sustenta y que pronto los incansables martinicos de mi vida, dejarán de sorprenderme en cualquier momento…

Roque Puell López Lavalle

jueves, 12 de octubre de 2023

La luna traviesa


Envuelta en lo que fungía ser una cobija, ella se fue a contemplar el firmamento, las estrellas y el anchuroso mar de la bahía. No importaba el silencio ni el frío del lugar, eran más importantes sus pensamientos, su imaginación y sus expectativas bajo la luna llena. Su semblante sereno y con la conciencia destemplada, se convirtió casi por momentos en un triste poema de amor, aquel que fuera hecho solamente de recuerdos al borde de sus controvertidas y cargadas emociones.

Descubriendo su viejo morral, se luce una guitarra hermosa, entonces entona emocionada las notas de su instrumento porque sabe que la música se lleva en el alma y la considera una compañía perfecta para su soledad y la exalta cuando canta una balada. Y la música la lleva a los años idos, los de las respuestas tristes o de las decisiones importantes cuando alguna vez el miedo gobernó su ira. Pero es el sonido de aquellas cuerdas que se confunde con el mar en movimiento, con las olas que ruidosas expiran en la orilla o quizá con el graznar de un ave perdida. Tal vez cuando no haya un vocativo para sus interpretaciones, podría recordar los momentos que vuelven a su corazón tocados con el arpegio melodioso de su ejecución musical.

No obstante, la luna se percató de su corazón nostálgico y quiso consolar sus melancólicas remembranzas con la esperanza de que ella deseara ser amada como se lo recordaría el extraño, pero que ahora mismo no lo quisiera recordar. Pese a todo, recibió la cálida luz que le extendió el astro sin ninguna contemplación. Así entendió que aun en la más densa oscuridad, siempre encontrará una ansiada respuesta. Pero sabe también que debe dejar el orgullo porque la pureza de la luz, no admite las sombras ni las blandas excusas.

Dicen algunos que la conocieron, que ella era de las que sueñan, de la que se identificaba como un fárrago de fantasías y que vagaba en un mundo irreal, más ostentaba la fortaleza de sus sentimientos. Yo la conocí como una mujer romántica porque se perdía entre las ilusiones y desvaríos pero con un corazón valiente. Sin embargo, la calidez de su ingenuidad, la convertía en un ser inseguro aunque poseía profundamente un sentimiento amante y afectuoso.

Y así entonces, el mar se encontró con la nostalgia, la tristeza con la esperanza y la luna apareció para convertirla en una luz radiante. Pero habría que dejar que la música de la guitarra exprese su juicio y que su corazón acepte al fin, lo que un día renunció. Se podría pensar que un sentimiento bello estaba escondido esperando ansioso el encuentro aunque no se sabe si ambos estuvieran de acuerdo para empezar un nueva vida venturosa libres de ataduras y misterios. Ese secreto, de repente a voces, se lo llevó la luna traviesa que nunca presenció semejante sentimiento…

Roque Puell López Lavalle

Y llegará el tiempo

Y llegará el tiempo cuando estemos juntos alguna vez, en una ciudad cualquiera, en un bar, en un día acordado pero en un mundo aparte para p...