jueves, 28 de septiembre de 2023

El champa pecho


¡¡Urcututuuuuu…..urcurtutuuuuuuuuuuu….urcututuuuuuuuuuuu!!!!!!


Aquel momento y sin haberlo esperado, se rompe el profundo silencio del bosque por el canto de una lechuza del monte. Tenía solo el grillar de estos animalitos desperdigados y el misterio de la oscuridad escuchando con asombro, el cantar de esta ave que de seguro iría en busca de su presa. No era temprano, ahora la media noche se hacía presente con la negrura que la caracterizaba y según los cuentos de la selva, los momentos eran propicios para los duendes o a los animales nocturnos incluida también la carachupa o tortuga de tierra. En un espacio compartido, se podía gozar del shihuango negro, (ave) los zancudos y los citaracos sin contar a la temible cascabel luego de algunos jergones que por las lluvias podrían manifestar su presencia.

Y allí estaba yo con mi farola en mano, silbato y sin sueño, desvelado como me sentía. Sufría alergia al agua al igual que me veía enronchado por los molestos mosquitos pero hacía mi guardia como vigilante. Imperturbable en lo que podría ocurrir en las ocurrencias de una noche que amenazaba con llover por las nubes negras llevadas de un viento fuerte. Volaron mis pensamientos a las épocas en que viví estas experiencias de la naturaleza, entre ver el amanecer y el atardecer de un día con los cantos del huíshuincho, el olor de la floresta, a la madera húmeda y picante de los árboles, más algún pájaro carpintero. La diferencia eran las montañas porque no había llanuras. La misma vegetación, pero árboles más grandes, frondosos, pero igual de peligrosos como los interminables senderos.

Había tenido la experiencia de vivir allí tres años de mi vida y en ese arranque de aventura y misión, obtuve una chacrita de un campesino agobiado de deudas y con ganas de irse a su tierra. Fueron treinta hectáreas de bosque entre las vegetaciones crecidas (purmas) y selva virgen donde tomé posesión del lugar. Había una quebrada muy fría que la gente la llamaba Mananquiari o “nido de víboras” en idioma asháninca. Para llegar, tenía que caminar unos 10 km. entre las faldas de una montaña que se iba subiendo pero que se mostraba plana al comienzo pero con las irregularidades típicas de un terreno sinuoso.

Pero un buen día, cansado quizá de ir acompañado, lo confieso, pues no me gustaba la idea de estar así, decidí emprender el viaje solo. No almorcé, salí a las 11 de la mañana, mi morral estaba solo con mi botella de agua, mis botas y machete. Según yo me quedaría unas horas y luego regresaría cargado de papayas y limones. Mi instinto aventurero, me decía: ¡Tú eres el champa pecho y para ti nada hay imposible! Seguí los senderos, subí las cuestas y parecía interminable mi llegada. Pasaron los minutos y ya estaba emocionado, había llegado solo, no tenía que molestar más a nadie y fue verdad porque a pesar de la hierba ya muy crecida por la lluvia reciente, llegué sin problemas.

Cuando estuve allí me metí a la quebrada calato a descansar mi querido cuerpo y comer papayas y tomates pequeños que pude sacar de la chacrita. Hice algunos cambios además de arreglar la choza que estaba muy deteriorada. Al fin, hora de regresar. Pero no supe ni podría expresar el por qué ocurren las cosas. No pude salir de inmediato, así que recurrí al hecho de marcar árboles por los lugares que pasaba para no perderme. Pero así y todo pasaron más de cuatro horas y era evidente: Estaba extraviado y muy lejos de mi querida choza. Lo pude comprobar tristemente porque todo era igual, no había diferencias ni había espacio que pudiera reconocer. Iba a todos los lados posibles de salir pero no llegaba a ninguna parte…

El bosque se confabuló para cerrar mis ojos. Apenas lo supe, una fuerza grande de desesperación invadió mi ser y me hizo arrodillar al suelo y sólo así no pude perder mi ecuanimidad ni mi valor como persona. Pensé, oré y dije de nuevo, tendré que salir o me muero. ¡Tú me ayudas! Luego de los intentos fallidos pude hallar por fin, mi cobachita esperada. La divisé a unos 30 metros de la quebrada y corrí. Me faltaron piernas para llegar y luego me senté a la puerta agradeciendo por estar vivo sin pensar que me encontraría al levantar mi cabeza con una pantera de color gris claro que había pasado por mi lado a unos pocos metros pero no me había dado cuenta. Me levanté como un rayo a atacarla pues me habían enseñado que era la fiera o tú.

Si te huele a temor por el olor que despides eres hombre muerto. Así que gritando y blandiendo mi machete me dispuse a atacar pensando que era mi último día. No me hizo caso, gruñó y se fue como gato perseguido, es decir, con la cola levantada y paso apurado. No pude más y lloré sorprendido, rabiando, asustado también pues había acumulado mucha adrenalina sin darme cuenta. Intenté salir de nuevo pero no pude y decidí pasar la noche allí pensando que iba a dormir. No obstante, me equivoqué. Se colaron unos murciélagos (mashos) de todo tamaño por la abertura que había cerca del techo y me sentí atacado por ellos. Toda la noche con mi machete, los pude espantar porque es de esperar que te transmitan la rabia si te muerden. Pero se fueron en la madrugada.

Al fin salí de mi propia cárcel a eso de las seis de la mañana al primer intento y recordando todo lo vivido, recorrí el mismo camino enmarañado y después de algunas horas, llegué al pueblo sin ninguna novedad…

¡¡Urcututuuuuu…..urcurtutuuuuuuuuuuu….urcututuuuuuuuuuuu!!!!!!

¡Uyyyyyyyy que ocurrióóóóó! Se pasó el tiempo recordando esta anécdota. Me avisó el canto de la lechuza como si fuera un relojito. El sol empieza despuntar el día, me dice que nuestra vida comienza a escribirse de nuevo ¡Qué bonito amanecer anaranjado! ¡Qué calor se empieza a sentir! La gente empieza con sus afanes pese a que ya empieza a caminar desde las cuatro de la mañana. Volviendo a lo mío, volví al trabajo esperando mi relevo. Mis ojos se aclararon y la misma realidad me dijo que estaba allí con mis ronchas y pensamientos, que los cómplices para llegar a ésta historia fueron la soledad del monte, los olores, los animales nocturnos y el negro de la noche sin luna. Mientras, ¿Qué haremos hoy? Seguir respirando dándole gracias a Dios que todavía vives en esta tierra...

Roque Puell López Lavalle

Click: https://www.youtube.com/watch?v=zGYsq7cbVZA

sábado, 23 de septiembre de 2023

Horas mustias

En el mundo de los tontos, el inteligente es el rey y en el mundo de los insensatos el que hace su mayor esfuerzo para no caer en la correntada, es el más capaz. Quién entiende a los otros en las sendas del camino, podrá ver la lógica de sus sentidos. Tanto mal hace el hijo que ingrata a sus padres, como el hombre carente de entendimiento quien no valora las intenciones de un sediento.

Seguramente puede más el que confunde valor y precio como el que rechaza los amores de un celestino por la mezquindad de un ladino. Conocí el caso del amigo labrador, no el mítico ser de los sueños, sino el del hombre empoderado convertido en el admirador amoroso de una tierra de cultivo. Tanto se le dio a la tierra el abono, tanto fue la semilla dada del buen vivir y el amor, que la respuesta fue el estéril comportamiento de una campiña orgullosa creyendo ser la más importante de todas. Más no cejaba él de ser un entendido en los quebrantos, encendiendo las hogueras de la verdad pero la tierra yerta prefirió algo más fácil para su destino. No sabiendo el labriego entonces, qué hacer al paso de los años, se dedicó a amarse a sí mismo trabajando a pie juntillas por el brillo de su vida, no volviendo a buscarla más en su quebrado corazón.

Quien más sabe más ignora y quien sabe hace lo bueno y no lo hace es mejor que se ponga una rueda de molino en el cuello y termine en el mar. El cielo sigue siendo cielo y por una rosa negra, no se acabarán las estrellas para uno que mira el transcurrir vano de los ingenuos. Me contaron que el amor filial de los hijos, transformados en briosos venadillos, no saben o no quieren entender que hay un solo progenitor. Tampoco saben el origen del tiempo, quizás el paso de las nuevas ideas, más no las costumbres antiguas de los abuelos. El reconocimiento nunca estuvo más lejos, el hogar tampoco, pero el desamor también.

Las amistades se compran por dinero, el derecho se vende por la burla y por el miedo de no saber quién gana o a quién se hiere si cualquier pretexto es bueno y bien usado para que triunfe una verdad tendenciosa. ¡Así es el ser humano! No piensa, no expresa, no intenta, más vale silenciarlo que enfrentarlo, así es la comida de ingratos que no reaccionan a lo más evidente.

Horas mustias, lozanía perdida por el desapego del amor al intelecto. Que cunde el interés por lo vano para comprar después a raudales el desgano. La falta de lo divino, la indiferencia a lo eterno, la sabiduría humana que se crea en el ego, bañada por las aguas del averno. Aquél que se lleva el alma dejando al profano con el inmenso amor a todo lo que es inútil. ¿Podrá atesorar el hombre las ascuas en su seno sin que se queme? Imposible, más demora el dolor del impenitente que la muerte de un pecador que no se arrepiente…

Roque Puell López Lavalle

Clic:  https://www.youtube.com/watch?v=Qt2mbGP6vFI


 

 

 

 

viernes, 22 de septiembre de 2023

Antes de Mañana

 

I

Antes de mañana, mujer fuerte, mujer amada, tu nombre no tiene comienzo, no tiene fin, 
no está en el mundo, se siente quizás en el invisible viento, en el comienzo del cielo 
o en el beso consciente del cariño sincero ¡En el paraje de los inocentes, 
que nacen del amor verdadero!

II

Te encontré en una flor bella, vestida de delicado aroma y de gran ilusión, sonreías como los ángeles, cantabas como el arco iris pintado de color, tus palabras eran poesía y tus ojos como el candor de la noche, así era tu vida, ya vivías henchida de un gran amor…

III

Pero se vino la noche, el círculo de los fantasmas vivientes arrebató tu verdor, lejos de amilanarte tú, amazona valiente y decidida, lanzaste tus flechas al cielo esperando respuestas por la afrenta de estar en juego tu conciencia...

¡¡Y por Dios!! ¡¡Queriendo una justa satisfacción!!

IV

Las potestades arreciaron contra ti para buscar tu vida y hoy mismo te fueras… ¡Hoy estoy contigo! ¡Yo te sustentaré con la diestra de mi justicia! Escuchaste. Tuviste más valor, males te buscarían y te hiciste de armas y de una gran defensa. 

¡No temas! ¡Yo te ayudo! La Voz que una vez más sonó...

V

Y entonces, con mayor coraje blandiste tu espada cortando raíces sin descanso. Terminabas con ese pasado vergonzante que te hicieron creer pero el enemigo herido de muerte, quiso otra vez dar fin a tus sentimientos pero no obstante, tu esperanza y tu valor abatieron el sufrimiento…

VI

Luego que llegó la nube densa que cubría el horizonte, en todo el campo se sentía el frío, se miraban los estragos, los finales crueles terminaron una batalla dura y sin nombre. Las luchas continuas habían perdido el camino de las horas y de los días... 

¡De esta manera, yo no contaba con tus penas y tus alegrías!

VII

Raudo buscaba así en el bosque tupido y rodeado de estrellas, al Ser de mi propia vida, quería también el anhelo de  tu sonrisa, desear el sentir de extrañarte y tal vez verte sola entre las sombras misteriosas del follaje...

¿Dónde está el nombre que me inspira? ¿Dónde estarás corazón valiente?

VIII

¡Aquí estoy caballero de la armadura oxidada! ¡He vencido al que me humilla! ¡Ya no tengo el aturdir de mi pasado! ¡Ahora si tengo un nuevo nombre! ¡Ya tengo una nueva identidad! ¿Quieres escuchar ahora mi verdad? De oídas lo había oído pero ahora mis ojos lo ven. ¡De veras! Luego levantará mi cabeza sobre todos mis enemigos, estos, los que me rodean Cuando pase por las aguas estará conmigo y si por los ríos, no me anegarán. El fuego no me quemará ni la llama arderá en mí, vieras tú... 

¡Es fantástico! ¡Ahora soy más que un vencedor! ¡Sé que Él me ama!

IX

Habías cambiado, ahora tu sonrisa es la mejor y tus ojos me lo dijeron, no tenía dudas... Antes de mañana es tu nombre porque venciste y vencerás en el justo tiempo. No encontrarás más dicha que el amor de quién siempre te protegerá... 

Serás amada y amarás por siempre, a quien encuentre tu lealtad...

X

Antes de mañana tú serás ahora la mujer fuerte porque nunca nadie podrán contenerte, pues tienes el sentido de la vida, el final de la muerte que en vano se declara. Antes de mañana, escúchame, tú tienes la eternidad fiel y consecuente. En fin mujer, dime... 

¿No tendrás reparo el que yo quiera hoy, enamorarte?

Roque Puell López Lavalle

Enlace: https://www.youtube.com/watch?v=4ANlMmL91NI

 

 

 

 

 

 

 

 

miércoles, 13 de septiembre de 2023

El alacrán

 

Eran los años de la Europa medieval, el tiempo de los caballeros y los Blasones inflamados. Las luchas intestinas del poder y las herencias de los grandes territorios a la realeza y sus descendientes. La eterna disputa por el poder no hacía reparos en la sociedad de ese entonces toda vez que se pudiera comprobar sin aspavientos, el legado a las subsiguientes generaciones. Más el pueblo permanecería igual de miserable, siempre tributarios de los grandes señores de la oportunidad. Más entre los borrones y las mentiras, se desarrollaría los rutinarios jolgorios y las eternas decepciones.

La historia de un tal Rommell, amigo ingrato que quiso vender un trasto suyo a mayor precio pero que venía de un costo oculto a una ganancia total. Buscando culpables el día que se fue, dejó las miserias amicales por un juego de naipes. Pero toda mentira tiene patas cortas y la insigne estafa fue descubierta. Surge entonces el pordiosero que vende prebendas y objetos de dudosa procedencia, acaso de robos o mentiras a conciencia. Cuenta con detalles al sastre de la comarca, el Sr. Krauss, la conducta indeseable de su amigo el carbonero Rommel. Pero el controvertido sastre, conoce y adivina las intenciones del minero para no poder creerlo. El humilde pordiosero, cumple así su ingenua labor de informante sin saber que el indigno remitente había socavado la ingenuidad del protestante.

Ni corto ni perezoso, el sastre enrumbó en su alazán para la búsqueda del infiel denunciado. Algunos días después el sastre pensaba que se lo había tragado la tierra porque no había paradero conocido ni en los pueblecillos más cercanos. Hasta que al fin, lo encontró entre los abrevaderos y los manantiales de la frontera próxima. Lo encontró distante y cabizbajo con sus pertrechos. Pero al sastre, no le importó la condición de su contrincante. Le increpó entonces, su sonada conducta desleal. El otro avergonzado, no supo que contestar. Pero al descuido del sastre, esgrimió un espadín oculto que tenía entre sus harapos y le asestó una estocada que le hirió una parte del hombro.

El sastre, más astuto en ese momento, le asestó un duro impacto con su báculo que usó para poder caminar. El minero calló pesadamente a la orilla del rio y no se movió más. El sastre comprendió entonces, que le había segado la vida en un arranque de ira pero se consoló diciéndose así mismo que lo hizo por defensa propia. Rápidamente entonces, se curó como pudo la herida proporcionado por el finado momentos antes. Apeó rápidamente su caballo y se alejó lo más pronto que pudo sin mirar atrás.

Pasado el tiempo, se descubrieron los pertrechos del carbonero pero oh sorpresa, nunca apareció el cuerpo pese a encontrarse señales de un supuesto personaje. El sastre al enterarse, quedó preocupado y se hizo miles de conjeturas pero nunca pudo averiguar qué es lo que había pasado por el temor que lo involucrara la autoridad si es que preguntaba más de la cuenta. Así las cosas, su conciencia no lo dejó en paz por muchos meses.

Pero un día sin saberlo, un misterioso personaje le dejó una misiva escrita en una alforja muy pequeña. Nerviosamente, la abrió indeciso aunque curioso e inmediatamente un alacrán venenoso y oculto en el fondo del morral, cumplió su cometido en su normal instinto. Los vecinos encontraron su cuerpo sin vida, al día siguiente…

Roque Puell López Lavalle


Y llegará el tiempo

Y llegará el tiempo cuando estemos juntos alguna vez, en una ciudad cualquiera, en un bar, en un día acordado pero en un mundo aparte para p...