viernes, 30 de junio de 2023

El anochecer de la vida

 

Iba yo caminado por la orilla de un sendero complicado, en una selva llena de verdor y de árboles diversos. Admirando la flora que envolvía la belleza de aquellos gigantes, pasé por una estancia y vi un ganado de cebú que pastaba en la despejada tierra donde se podía observar un paisaje realmente hermoso. La manada, me quedaba mirando extrañados porque hacía ruido al cruzar por este agreste terreno pero iba presto cuidando de esta manera, no hacer tan obvia mí presencia. Hacía frío y la tarde estaba gris. La niebla cubría los caseríos que se encontraban cercanos y sabía que pronto anochecería. Sin embargo, ululaba el viento que recorría el campo pero a la vez escuchaba atento el sonido de los riachuelos contiguos a las laderas del monte y el olor a la madera mojada, me atraían curiosamente.

Y en los recuerdos que aparecieron ese día, yo seguí marchando hasta encontrarme con un lecho primoroso de florecillas al lado de un lago. Pero, ¡Oh, súbita sorpresa! Hallé entre esas flores pequeñas y silvestres una que me llamaba la atención y pese a llevar un nombre bufo porque era diferente, abrí extrañado mis ojos y…Ummmmm... ¡Qué aroma tan embriagante! Sin embargo, después de todo, yo no quise en ese instante, llevarla conmigo porque, nunca creció en mi corazón...

De pronto, vino a mi memoria sin querer evocarlo, el recuerdo de Amanda, una gran amiga que en ese momento llegaba extrañamente a mi pensar. ¿Por qué me pasaría esto? Vinieron entonces, las consabidas fronteras. Aquellas que hacían flamear las banderas de nuestra amistad pero convertida hoy, en solamente cenizas. Quizá fueron los afectos que nos prodigamos en ese entonces y aunque ella no era de mi país, pienso que  también que esos graciosos enredos, solo los guardaba la diferencia de costumbres y locuciones. Así las cosas, nuestra amistad creció mucho por las distendidas anécdotas y la sabiduría de nuestras conversaciones entre las cuales encuentro, el arreglar pronto este viejo mundo tan contradictorio.  

No nos pudimos ver algún tiempo después, pero mantuvimos extensa conversación en los correos de ida y vuelta. Preocupada estaba por su salud y por sus sueños, extraños en realidad pero yo aducía que aquello era el producto de su imaginación. Quizás eran de alguna experiencia en el día pero que en la noche se deformaba por el inconsciente o por los deseos  no realizados en alguna circunstancia de su vida. Con el tiempo, nació un interés especial por la vida misma en la compañía del arte y la literatura donde podría terminar tal vez, en un mutuo acogimiento.  Más ella lo interpretó mal en ese momento por una suerte de jocosas diferencias y serias desavenencias. Nos volvimos a distanciar en un silencio compartido pensando quizá en una reconciliación tardía por mi parte. El destino así, no podía ser de otra manera.

Cuando ya anochecía y escuchaba el grillar intenso de estos animalillos, tuve un fuerte presentimiento. No sabía el porqué de este sentir, pero mi pensamiento voló directamente hacia Amanda. No, no era porque estaba enamorado, para mí, el amor de lejos siempre es de embusteros así que lo descarté de inmediato. Esto me llevó rápidamente a buscarla en mi computadora cuando regresé a mi casa luego de pasar este increíble paseo en las montañas que tuvo de todo, hasta las más extrañas situaciones. Pasó entonces, que pude descubrir que la suposición que me embargó, tenía un inesperado motivo. Ella había fallecido. Seguramente por la pandemia que a todos nos afectó de alguna manera, pero yo solo lo intuí porque nunca lo supe en realidad. Mi gran amigo Daniel, que era de su ciudad, me lo confirmó luego de hacer las averiguaciones del caso.

Me entristeció profundamente cuando me enteré porque fue una desagradable sorpresa. Daniel me contó que un tiempo antes había conversado con ella y le expresó el deseo de comunicarse conmigo otra vez, pero nunca sucedió. Así es la vida, unas son de cal, otras son de arena, decía mi madre y no hay por qué preguntarnos por las extrañas circunstancias que ocurrieron antes. Ya no escuché más sus ocurrencias y su lealtad manifiesta. Tampoco se oyeron las razones que se pudieron dar por más válidas que estas sean. No obstante, fieles son las heridas de quien la admiró y la quiso a su manera. Fue la persona que le hizo ver la vida de una forma distinta. Amar es de valientes y no de cobardes, los que no saben comprender la diversidad de las vivencias...

Roque Puell López Lavalle

Click: https://www.youtube.com/watch?v=4ANlMmL91NI

 

martes, 27 de junio de 2023

El anciano

Un muchacho buscó a un anciano en todas partes y finalmente lo descubrió cerca del río. Éste estaba tumbado y como en éxtasis mirando al cielo. "¿Qué haces?" -  Le preguntó preocupado el muchacho.   

"Observo la naturaleza" -  Repicó el viejo.  "Siento el sol, escucho el agua y veo las nubes".

"¿Y por qué haces esto?" -  Quiso saber el muchacho.        
"Porque es  la  mejor  manera  de  eliminar  el  polvo interior" -   Fue la respuesta.

"Me temo que no lo entiendo" -  Dijo el muchacho.   

El hombre se levantó, respiró profundamente y declaró:

"Cada ser humano lleva dentro de sí una gran sabiduría,  pero nadie encuentra este viejo tesoro ya que está cubierto  por montañas de sufrimiento. Pero cuando uno aprende a  eliminar los escombros de la aflicción y del dolor,  las nieblas se levantan y se puede ver cómo brilla el tesoro de la  luz del sol eterno. Las heladas lágrimas de la vida  desaparecen y la sabiduría y la bienaventuranza despertarán".

Después de callar por unos instantes instó al muchacho:

"¡Mira al cielo! ¿Puedes ver el sol?"

"No," -  Repuso el muchacho -  "no veo más que nubes".

"¿Y dónde está el sol?“   - Insistió el viejo.

"Está detrás de las nubes" -  Fue la respuesta.

Entonces el viejo explicó: "Incluso cuando las nubes ocultan el sol, no son capaces de retener su luz  y calor. Considera ahora a las nubes como los escombros y al sol como la sabiduría…“

Roque Puell López Lavalle

Click: https://www.youtube.com/watch?v=XvQx23G_HDc

jueves, 22 de junio de 2023

Pláticas

 

Estaba yo, tomando un café en Paris, cuando no hacía muchos días que había venido  para dar una exposición de Arte Contemporáneo. Conversaba con mis amigos, cuando me presentaron a Malena. Ella era la mujer que conocí entre las dudas de su ser inquieto. Se movía de un lado a otro para decidir qué camino habría de emprender frente a la vida que le mostraba un gran reto. ¿Quiénes serían los protagonistas que decidirían su destino? ¿A quiénes por ventura podría conocer en ese instante para que la pueda guiar a un final seguro? Era seguro que lo ignoraba pero entre las mocedades de su existencia, habría de haber una explicación a su mágico desconcierto.

Entendí que los caminos de su pensamiento volaban por los momentos del desasosiego sin principio y sin final por aquellas emociones que no tenían prisa por llegar. Serían las angustias, los lamentos y las dudas que la asaltaban que no la dejaban ni razonar. Sin embargo, el que ella quisiera que todo eso no le hubiera sucedido, estaba en una agenda de una vida libre de ataduras y compromisos, que era mucho mejor cumplir o no ser más, una casquivana…

Pero, ¿No le dijeron que siempre habrá pruebas que enfrentar? ¿Alguno quizá le aconsejó que en el concierto de las emociones, el mejor es quien no cambia para ver sus triunfos florecer? Decir lo contrario es una quimera porque quien piensa bien, dice que los cambios se pueden dar porque lo que se sobreponen a todo son quienes pueden triunfar. Nada más cierto, entonces, solo le quedaba luchar.

Dicen que el silencio es la primera piedra del respeto, pero quién puede estar callado si la base no tiene sustento y quizá después de tanto porfiar, termine su vida en ideales que nunca pudo cumplir. Porque el respeto se da al principio del encuentro pero después,  tiende a ser inútil si permanece en silencio cuando a lo mejor le quitan el premio de una conquista que ha logrado después de tanto y que ahora se lo merece…

La vida de cada persona sin que nada lo motive es un camino hacia sí mismo. Es el yermo de un campo que jamás quiso aventurarse a ser cultivado sin querer que la tierra nueva y fuerte emergiera de él. Muchos serán los miedos, harta la desconfianza que se sembró en el baldío de un alma solitaria que se negó a hacer germinar la semilla del nuevo amanecer. Se mirará al fin moribunda, sin propósito y sin final. Pocos son los que se aventuran a dar una oportunidad a su propia existencia para poder encumbrar y ser diferente…

Pero así aprendió Malena, entre la sequía de sus momentos y la lluvia generosa del vivir siempre libre. Comprendió al fin que si en algún momento la vida merece ser conquistada, es cuando contemplamos su belleza en ella misma.  Será admirarla cuando la veamos el nacimiento del sol más el atardecer en el inmenso mar y su bravura. De repente cuando presenciamos el nacimiento de un ser vivo o experimentamos el amor intenso y verdadero entre nosotros…

Entonces, así será el fin de la naturaleza y el hombre. Se confirmará sin duda, el sí de la creación viviente, que surge en cada momento y en cada lugar del corazón del hombre que entiende el propósito por el cual ha sido creado. Malena se quedó muda por poco tiempo pero luego esbozó una sonrisa…

Roque Puell López Lavalle

Click: https://www.youtube.com/watch?v=vDCP8m78FhQ

martes, 20 de junio de 2023

El carpintero

 

Un día me convertí en un carpintero. Apelé a los fundamentos que me enseñaron de pequeño para saber qué madera debería encontrar y dar paso a mi obra de arte titulada: “La mujer de mis tiempos”. ¡Qué nombrecito! ¿De qué talla tendría que estar hecha para ser una creación de tal magnitud? Alisté la maquinaria, las medidas estaban listas, busqué los mejores pulidores para el trabajo y estuve listo para pronto realizarlo.

Lo primero que hice fue elegir la mejor madera para mi obra. ¿Cedro? ¿Caoba? ¿Pino? Tuve que buscar una que me ofrezca la nobleza de su temple para que mucho después, sepa vivir para siempre. Quería encontrar aquellos colores que en su origen sean fieles y que fueran capaces de soportar las inclemencias de todo tipo y circunstancia. Entonces cepillé las asperezas, enderecé los ángulos, deseché las virutas, pero afirmé las uniones queriendo que esté todo en su punto si quería enfrentar nuevamente mis intenciones.

Estaba quedando bella aunque fue un menudo trabajo el corregir mis emociones, aun así, estaba casi lista. Más ahora faltaba que se escuchen las opiniones del pueblerino y quería sentirme orgulloso de mi oficio. Eran tantas las expectativas que tenía y sin embargo, todos estábamos atentos al triunfo porque era el momento, según mi parecer, del término de mis años difíciles en la esperada respuesta de una vez y para siempre...

Pero creo que ya no se podía alargar el motivo de mis actitudes ni las formas de su valor. Y en ese momento, todavía no podía formar en ella el rostro sereno y dulce que denoten el amor y el perdón. Era necesario entonces, que sean expuestas la calidad de sus fibras y me pareció haber visto una hermosa moena amarilla en el bosque. Creo que podría recibir el halago de mis manos y el sentir de mi alma. Pero mi fortaleza se negaba a perder. El arte que llevo dentro y la fuerza de mi espíritu me hacían renacer nuevamente una esperanza.

Pienso que tal vez prefería ser el artista desconocido para después encontrarla en mejor estado y condición. Quizás quería ser el artífice famoso, el de gran renombre sí, pero sin un sensible corazón, no valdría la pena. De cómo fueron hechas las emociones encontradas y los torbellinos de su inestable corazón, eso es un secreto. Lo único que sé que ahora está convertida, en una inigualable escultura de voluntad y razón, tal vez porque me enamoré de ella o porque se acabó mi pasión...

Roque Puell López Lavalle

Click: https://www.youtube.com/watch?v=tKVzm0SBYtQ


Y llegará el tiempo

Y llegará el tiempo cuando estemos juntos alguna vez, en una ciudad cualquiera, en un bar, en un día acordado pero en un mundo aparte para p...