viernes, 29 de diciembre de 2023

Brigitte

 
En el siglo pasado a la sazón; la ciudad de París, Francia Federico Dujardin era el Ejecutivo de Compras en una importante firma para la elaboración de pertrechos en la maquinaria militar para su modernización y efectividad. Se convirtió este avance en una prioridad del Estado porque se recibían noticias recientes de una posible conflagración mundial. Falsas o no las noticias, lo real era que la sociedad parisina, engreída y despreocupada en ese entonces, no podía sospechar absolutamente nada de lo que le vendría después.

Pero al Federico indiferente, tampoco le faltó el gran encuentro con uno de sus mejores amigos cuando era un muchacho de dieciocho años. Era el siciliano Robertino, aquél mediterráneo, de cabellera ensortijada, ojos negros y cansados que estaba afincado en la capital. Paternal, directo, sincero y hablar diplomático – algo que a Federico lo sacaba de sus casillas - le comunicó que una gran reunión se llevaría a cabo en la Fábrica de Producción aprovechando el Aniversario de su creación.

Federico aceptó con mucho gusto y pensó que ya su semana estaba completa y se puso sus mejores galas. Apenas habían entrado, el humo de los cigarrillos, denotaba pesadez n el ambiente. La música delataba las risas alegres acompañados de los brindis continuos de los miembros del Directorio. Más Federico no se dejaba impresionar por tanta hipocresía junta porque para él era importante la palabra dada con verdad y compromiso, siendo un convencido de la honestidad y transparencia de sus colegas empresarios. Robertino ya lo conocía, estaba convencido que su amigo, aunque muy amante de las fiestas y parabienes, escondía dentro de sí una sagacidad en el corazón.

No obstante, alegraban la noche los ojos y las emociones de las damas presentes. Robertino le había alcanzado una copa de champagne por decir lo menos a su amigo cuando este se quedó prendado de una bella mujer. Ojos bellos, corsé definido, con un cigarrillo largo entre su dedos para llamar la atención por el tal “atrevimiento”. Federico se dio cuenta que era correspondido casi inmediatamente acercándose tímidamente pero con decisión a la dama que a sus ojos le significaba un misterio que tenía a todas luces, tener que resolverse. Pronto entonces, luego de presentarse, ambos se embarcaron en una charla amena muy grande. Ella sintió lo mismo pero inteligente, recatada por su condición de mujer, mostró un interés tal vez con una escondida admiración.

Federico, reparó en ello y su corazón también sumaba latidos fuertes pero por la etiqueta y los modales, pactaron para un encuentro próximo por el las orillas del río en una tarde que sería inolvidable. Federico llegó a su casa emocionado. Durmió pensando en la siguiente semana como si fuera el día de la patria y solo faltarían los fuegos artificiales. Pero, el gran encuentro no pudo darse. Federico tenía que cumplir un viaje urgente al interior pues la Gerencia lo había designado. Enojado y confundido, gritó con impaciencia para sus adentros por esta ingrata situación. Recordó preocupado a Brigitte y quiso avisarle pero no pudo hallarla. Pensó en su amigo pero él también tenía que cumplir una comisión importante. Resignado entonces, se fue a la estación del tren yéndose cabizbajo y triste a la diligencia que tendría que cumplir.

Le pareció una eternidad. Después de una semana, Federico se encontró sorpresivamente con Robertino:

"¡¡Robertino!! ¡¡La suerte me ha sido propicia!! ¡¡Te he encontrado!!"

Hola -le dijo fríamente-

"¡¡Ha pasado tan solo una semana y no he podido ubicar a Brigitte!! ¿¿Me puedes decir que ha pasado con ella?? No responde a mis llamadas y mis encargos…"

Veo sorprendido que no te has enterado Federico... ¿Cómo podrías saberlo?

"¿¿Qué ha sucedido amigo??" Preguntó Federico con semblante sorprendido…

Brigitte murió el jueves pasado. El conductor de una calesa al parecer no la vio y no pudiendo controlar el armatoste se fue contra ella y también hacia su pequeño hermano Pierre. Ella dejó esta vida instantáneamente pero Pierre quedó muy grave en el Hospital. Lo siento.

Federico desencajado por la noticia, solo atinó a escucharlo pensando el por qué la vida se había ensañado contra ella, siendo tan joven y bonita. Un gran desasosiego embargó su corazón. Pensaba lo peor, no lo podía creer. No podría cambiar las circunstancias porque la muerte ya había cumplido su misión. Federico entonces, lloró amargamente... Robertino, observándolo, conmovido y lleno de pesar, se adelantó hacia él y le dijo éstas cortas palabras: "Ce la vie André", "Ce la vie" y terminó yéndose por la calle principal…

La frialdad de la noche, acompañada de un frío interminable habría acabado con la vida de Federico si este no se habría serenado a pesar que la desesperación y el llanto lo habían tomado en el momento más difícil de su vida. Él desapareció sin dejar rastro salvo por una vez que Robertino se había enterado que había quedado lisiado en un accidente pero que nadie sabía dónde lo habrían atendido y ni conocían tampoco su paradero

Roque Puell López Lavalle


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