Extraño hablarte ahora pero tampoco te puedo bajar del cielo, entretenida vivirás de tus afanes y tal vez de tus conciertos, tanto así que el tiempo no podría convencerte que mi vida agoniza en el páramo misterioso que me agobia cada día. Menos aún decirle al viento, que me permita meditar en ti.
Tiempos hace que te marchaste a pesar de mis oraciones, ellas fueron las que me dieron respuestas en el silencio de la noche. Enojado me sentí al no poder arrancarte de mi conciencia, más ella me hizo recordar que tu vida se hallaba escondida...
Me prometí no buscarte nunca más ni llamarte por asuntos del desamor y orgullo, pues tus sombras se mimetizaron en la densa neblina que miraba y por el abandono manifiesto, ese día no quise escuchar más las mentiras que inventarías seguramente por tu anunciada lejanía…
Roque Puell López Lavalle
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