"Y es que en el mundo traidor, nada hay verdad ni mentira; todo es según el color del cristal con que se mira", dijo el poeta Ramón de Campoamor y no se equivocó. Lo que no se puede adquirir ahora, jamás podrá ser cambiado para el mañana si tal vez se pudo convertir en algo sublime. Y hoy en día, esta idea se transformaría en un espanto.
Basta que seas intenso para no ser correspondido, basta que seas veraz para que huyan despavoridos. Se alejan del fuego que abrasa porque ya no creen que así pueden recibir un sentimiento y es mejor dar las excusas y decir mentiras. Así el aura permanece entera, sin pesadas cadenas y sin sentida mella. ¡Qué vivan entonces, las vírgenes de Compostela! ¿Por qué no?
Quedando inmarcesibles y puros, son como las vestales que purgan su vida en un ideal sin esperanzas, a esos no se les puede concebir con tanto clamor y apego. Solamente les amanece el pan hecho mendrugo y sin levadura, tan insípido como el placebo estando así hasta que mueran. Y si así; mil vidas tuvieran los muy sabios y los muy elocuentes, seguro que se tornarían como una luz tenue en la oscuridad mas densa. Para ser tinieblas en las tinieblas, no se necesita saber tanto, solamente hay que adivinar las causas del sufrimiento o las consecuencias de la carencias. Quizá haya más de uno a quién se le ha prometido el cielo o ¿Tendrá con qué pagar las cuantiosas sumas de dinero en las misas del Purgatorio? Pero esta dimensión no existe. ¿Quién inventó pues, que en el cementerio se vive mejor?
Nada es verdad ni mentira, las realidades vividas me enseñaron desde pequeño que las debilidades nacieron solas y que nadie quiere cambiarlas hasta que crezcan, no importando los rostros que en el futuro las reclamen. Solamente saldrá el que quiere ser íntegro, el que se levanta en medio de la maraña y el que va conquistando poco a poco el triunfo. Será el doblemente avezado, al que no le importen los mal hablados ni los terribles mentirosos. Y si fuera él, el contendor por la verdad, que muera entonces finalmente, por un ideal.
¿Por qué ser tan pesimista? Aquél que no ve las esperanzas, no avanza, aquél que sigue los avatares de este mundo, todo le parecerá como una noria que regresa sin estandartes y sin bandera. Vivirá solo, sin verdades que lo iluminan y sin mentiras que lo hundan. Por eso es menester que sea él mismo, creyendo en las Buenas Nuevas como así se anuncia. ¿Por qué razón? Porque nada traemos a este mundo, ni nada nos podremos llevar...