A la pareja también se le
puede ir el amor, pueden ser los años, los cambios del carácter, la soledad o
el resentimiento y… no lo sé, tantas cosas nos pueden acontecer a la mayoría de
nosotros. Pero ya no es lo mismo, la ilusión no existe, la belleza y el deseo
se extraviaron en la añoranza de que el tiempo pasado fue mejor, en fin, para
qué seguir. ¿Dónde estaba el perdón entonces? ¡Ah! Este antídoto de seguro ya
no fue considerado, se alejó así de la solución al problema y dejó de ser un
buen remedio para arreglar las desavenencias.
Luego vinieron los hijos que
se olvidaron del padre cuando crecieron y nadie se dio cuenta. Se acabó el “te
quiero pá” y ahora son los briosos corceles, jóvenes desagradecidos algunos y
otros son los que vibrando como cascabeles se preparan para un futuro que es
diferente al tuyo. La vida de ellos son ahora sus ideales, cambiar el mundo es
su consigna, tú les enseñaste cómo hacerlo y ya solitos sin el consejo sabio,
se las buscaron. Pero lo que es nuevo hoy, revierte para su mañana en una
esperanza. Y aunque ahora no haya nietos o tal vez te sientas rodeado de ellos,
ya quieres que sean como tú, con tus mismas aventuras y aciertos, con la misma
madurez que te corona. ¡Qué iluso eres! Sería el cielo conquistado por tu
esfuerzo y aun así te olvidarían de ti cuando se enteren que el abuelo al final
descansó para siempre de sus afanes.
¿Y la mujer que te dijo en
el lecho que su amor era infinito y que nunca te iba a cambiar por otro? Pues
se perdió en el bosque de su propia inmadurez. Solo fueron sus anhelos y sus
sueños de adolescencia frustrada. Ella fue tan sentimental, tan mística como el
cuento del "príncipe feliz" y solo su pretendido amor eran vanas
palabras, vacíos existenciales, enamorada del amor pero no del caballero que
respetó su pureza y su tristeza.
Ni pensar en la que huyó de
ti sin valorar tus sentimientos y que cobardemente se alejó sin alguna explicación
por la gran ofensa de sentirte por su vida responsable. Pero sabes, eres un ser
humano, finalmente te perderás en el laberinto de lo bueno o quizás de lo
imposible pero no sabrás lo que dijeron de ti y ni se acordarán de tus buenas intenciones
así te hayas enamorado sinceramente de ella. ¡Qué desilusión!
Luego hace su entrada la muerte, aquella que siempre llega a la hora y el tiempo exacto. Ella convierte al ser humano en un inmoral porque se lleva lo mejor de él. ¿Y lo que se construyó con las manos, para quién será? Vendrán los falsos amigos a llorar por la amistad perdida y en silencio solo fueron los grandes ausentes en las tamañas heridas. Luego se buscarán a los hijos por las posesiones pero quedaron inconformes porque el finado, se burló de ellos y no les dejó testamento.
Y aunque yo crea que al
término de mi vida yo visualizara miles de motivos para no avanzar, seguiré
siempre adelante sin mirar atrás. Sin embargo, otra vez me hago la misma
pregunta en la soledad que me visita hoy y en la herida que hay en mi corazón
envuelto en un manojo de clavos: ¿Pueden todos olvidarme? Sí, todos pueden
olvidarme, pero Tú jamás mi Dios, Tú jamás, podrás olvidarme...
Roque Puell López Lavalle