Nuestra existencia está llena de diferentes momentos que a veces no alcanzamos a entender. Sin embargo, podemos disfrutar de días felices y también de algunos días sombríos pero siempre hay un propósito y al final hay una esperanza en Aquél quien nos creó. Dependerá solamente de nosotros. ¿Qué piensas de todo ello? ¿Nuestra vida es un azar?
sábado, 22 de abril de 2023
Los recuerdos
martes, 18 de abril de 2023
La ingratitud
Para la ciudad de Lima, hacía
mucho que era conocido el tránsito complicado en las primeras horas de la
mañana, pues era la conocida "hora punta" que nos obligaba a todos a cumplir a como de lugar, con la puntualidad en el trabajo. Eran otras épocas, el parque
automotor seguía creciendo y los taxistas hacían su "agosto", (mejor día) por la coyuntura y eso ahora, aun no ha cambiado. La vida se manifestaba en una suerte de expectación del que
sucederá mañana porque el país crecía, pero los cambios políticos lo hacían
inestable. Así y todo se sentía los avatares de mi Empresa, con la misma rutina
de siempre, entre las oficinas bulliciosas o en el silencio de las secretarias
que redactaban una carta. No llegaba aún el reinado de las computadoras y las
tomas del odioso dictado adquirían en ese tiempo, el sabor de una escritura
impecable.
Para los de la familia Cantell, este era su mundo y su existencia, su forma de surgir. Pero no todo eran los papeles y los chismes de la oficina eran suficientes, faltaba la sonrisa de los hijos en el hogar y así fue durante largo tiempo. No faltaron los recursos, las pruebas y aún los viajes que ellos hacían como una forma de atisbar la esperanza. Fueron muchos los exámenes fallidos, los intentos, los corazones apocados hasta que al fin, como si fuera el último recurso, la matriz dio buenas noticias: Eran dos hermosos óvulos fecundados in vitro, ya tenían una razón de vivir. Los padres felices después de tanto esperar, tuvieron el fruto prometido. Años de búsqueda, plegarias para Aquél que hiciera el milagro y los anunciados, por fin, nacieron.
No obstante, dos varones se presentaron y un nuevo comienzo en la vida se escuchó para la alegría de todos. Las malas noches comenzaron, los pañales abundaron y todo fue una responsabilidad compartida. ¿Y qué de las gracias al Hacedor? ¿Qué de seguir la relación con un eterno agradecimiento? Los niños y sus necesidades ocuparon el primer lugar en su matrimonio y ya no le dieron tiempo al peregrino para reafirmar su fe, no era para menos.. Pero el padre primerizo, no sabe, no entiende, no opina, pero a mí no me convencieron los motivos de cambiar el orden de todo para ignorar a Quién les cambió la vida. De esto, ha pasado el tiempo y ahora los bebitos que fueron, hoy ya juegan al fútbol en el club de sus amores y son adolescentes pero, ¿Y el profesional bendecido? Nunca más regresó a la Congregación. Tal vez por un antiguo resentimiento o quizá por el qué dirán, no lo sé.
Pero si me dejó la boca
amarga el hecho de la ingratitud de los Cantell aún de encontrar lo que nunca se perdió. Pero sabemos también que en lo profundo de nosotros también existe esta raíz. Me
preguntaba entre otras cosas ¿Acaso hay grados de ingratitud? Hoy por ejemplo,
no hablé con Él y no quiero ser un hijo obediente, hoy quiero
ser otro y no exagero, Recuerdo siempre, lo admito, que yo también soy un
ingrato. Pero cerrar mis ojos a la evidencia, cuando tengo conmigo a mi sangre
anhelada, la que nunca tuve pero ¿Ahora sí, solo por un regalo de amor? No lo concibo,
no entiendo, no lo acepto pero no lo condeno…
No obstante, el ser humano es así. Para aquél que el milagro se hizo, para la mujer
insensible de corazón o matriz y para el niño que ignora Quién al fin, le
permitió vivir. ¿O será para el anciano que llegó al ocaso de su azarosa vida? En fin, este mensaje es para toda la
humanidad religiosa que cree en Dios, si, pero que vive como si Él no existiera…
Roque
Puell López Lavalle
viernes, 14 de abril de 2023
La morada azul
Casa de la amistad, el hogar
de nadie, donde nacen los pasos del regreso apenas llegas pero que es el espejo
del alma, de la vida misma, de lo que anhelas y de las historias sin nombre, sin
final, para así soñar despiertos y nunca encontrarse. En la imaginación del tiempo, se vislumbró una
morada de amor, un refugio necesario que se inició por el cariño de una
generación sin historias ciertas y sin ojos para deleitarse en las sombras
negras de la inconciencia. ¿Había que esperar más?
Descubrieron un amparo por
las inclemencias del tiempo, tal vez por los recuerdos de volver a la inocencia
perdida pero que no se dieron cuenta que así se descubrieron sus propios deseos y temores
para volcarlos en los sentimientos y en el cuerpo. Sería entonces, para
expresarse un sincero amor y que aquello sirviera para escalar montañas encontrando quizá los tesoros escondidos del imperio de los sentidos. Sin embargo, algunos de ellos serían sin
fundamento y otros terminarían como un simple cuento de fantasías.
Se dijo que era una quimera,
un sueño inconcluso de seres sin conciencia ni recato y que solo eran recuerdos
de las palabras que se dijeron alguna vez, como son esas promesas incumplidas de la indigna
palabrería de la gente. Pero los augurios sintieron la majestad de lo que era sincero,
real, y era cierto porque allí se llenaron de luz junto a las sorpresas de ese
momento. Las gorgonias de la envidia y de la muerte reclamaron el espasmo pero
las circunstancias del momento no se dejaron vencer. El sueño anhelado al fin se hizo una realidad,
el espíritu de la unión, dio cabida a una sola verdad: El triunfo del amor. Así entonces,
el calorcillo de estar juntos, asomó sus esperanzas porque de esa manera fueron creciendo
dos almas en una burda complicidad. Ya no habría tiempo para reclamos, había
que vivir una esperanza viva aunque sea intentando de una vez por todas, la verdad.
Casa de la amistad y de los
pasos perdidos, el reflejo de los espejos del alma y de la hipocresía de los
extraños, aquellos que siembran las mentiras verdaderas para según ellos, soñar
más despiertos. Quién quisiera que fuera una casita de amor, donde nace el
chocolate y donde se pierda para siempre, el albur. Más creo que los niños que
llegaron en ese tiempo, fueron felices
de entrar a la magnífica estancia y así nació por entonces, según me contaron
los vecinos del convite, la morada azul...
Roque Puell López Lavalle
Link: https://www.youtube.com/watch?v=XvQx23G_HDc
domingo, 9 de abril de 2023
La mantilla
En un mausoleo reposan los grandes personajes y algunas
veces, algunos renombrados del gobierno de turno. Se recuerdan las grandes acciones, las memorables batallas, las medallas adquiridas y las sonadas medias verdades por no decir ahora, las no muy pocas
majaderías que se dan en este tiempo. Se reúnen allí las familias de siempre, aquellas que quisieran recordar la vida y exaltar la insigne memoria de sus parientes. Sin
embargo, las honras fúnebres se llenan de fiesta cuando todos al unísono le
agradecen a Dios gimiendo: ¡¡Gracias Padre Santo por haberme dado a mi tío Julián!!
Pero no todos se acompañan por los apellidos y
blasones. Están los que sin tanta maraña de recuerdos y galardones de la vida,
honran a los que hicieron algo por la pobre María o por el Rigoberto calamitoso, para acabar con la misma letanía de ser siempre el foco de la piedad. Así las
cosas, pocos recuerdan al Centauro por su infinita bondad y olvidan muchos a propósito, su terca
arbitrariedad. Por eso surgen los anónimos, aquellos que no buscaron nada y ni sus descendientes supieron con quién vivían hasta el final. ¡¡Qué
contradicción!! Se buscan entonces los intereses poco comunes entre el gran
apego a la vida y el gran desprecio para seguir peleando. Salvo que existan algunas honrosas
excepciones para el beneplácito de todos pero que a trompicones, el testamento, se tuvo que abrir a la familia.
Y todo parece repetirse. En el cementerio se acabaron
las mentiras, ya la vida no tiene sentido porque el último suspiro se manifestó
temprano para no volver. La reunión será siempre la misma, los comentarios ya
están aprendidos de memoria para los abrazos y los encontrados sentimientos. Los más profanos, cuentan historias jocosas de la desgracia pero las palabras melancólicas de siempre, se relatan por el parco oficiante que siempre es el cura que espera su turno. No pueden
comprender que la mejor vida está afuera porque el mejor descanso es
no soportar las aburridas ceremonias así sean con buenas
intenciones. Sin embargo, se acabaron los lloros, las acusaciones y las malas artes porque el epitafio
resume siempre la misma historia del que siempre se portó excelentemente bien, aunque los años, nunca cambian la verdad. Y así es como se comporta siempre, la
hipocresía social.
El camino de regreso se hizo oscuro y fueron los vientos que no me dejaron ver tu
rostro pero observé que en vano llevaste las flores que compraste. La tormenta que se
avecinaba; no apagó las llamas de los cirios encendidos alrededor de los deudos como si ellas quisieran que el
misterio perdurara, más el aroma de los presentes, confirmó mis dudas. Busqué en
mis pensamientos el por qué debía entenderte y sin querer, mi esperanza despertó
porque tu rostro había cambiado. Tu emoción estaba cerca de manifestarse cuando presta te quitaste delicadamente la mantilla. Pero tú no te diste cuenta que
todo fue una quimera, que luchaste contra seres que no existían más que en tu mente y que tal vez, todo pudo haber
sido diferente si hubieras permanecido conmigo. Pero óyeme ahora mujer, tú sabías
que los muertos ya no reclaman, porque hacía mucho, se quedaron dormidos…
Roque Puell López
Lavalle
Y llegará el tiempo
Y llegará el tiempo cuando estemos juntos alguna vez, en una ciudad cualquiera, en un bar, en un día acordado pero en un mundo aparte para p...
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