Entendí que los caminos de
su pensamiento volaban por los momentos del desasosiego sin principio y sin
final por aquellas emociones que no tenían prisa por llegar. Serían las
angustias, los lamentos y las dudas que la asaltaban que no la dejaban ni razonar.
Sin embargo, el que ella quisiera que todo eso no le hubiera sucedido, estaba
en una agenda de una vida libre de ataduras y compromisos, que era mucho mejor
cumplir o no ser más, una casquivana…
Pero, ¿No le dijeron que
siempre habrá pruebas que enfrentar? ¿Alguno quizá le aconsejó que en el
concierto de las emociones, el mejor es quien no cambia para ver sus triunfos
florecer? Decir lo contrario es una quimera porque quien piensa bien, dice que
los cambios se pueden dar porque lo que se sobreponen a todo son quienes pueden
triunfar. Nada más cierto, entonces, solo le quedaba luchar.
Dicen que el silencio es la
primera piedra del respeto, pero quién puede estar callado si la base no tiene
sustento y quizá después de tanto porfiar, termine su vida en ideales que nunca
pudo cumplir. Porque el respeto se da al principio del encuentro pero después, tiende a ser inútil si permanece en silencio
cuando a lo mejor le quitan el premio de una conquista que ha logrado después
de tanto y que ahora se lo merece…
La vida de cada persona sin
que nada lo motive es un camino hacia sí mismo. Es el yermo de un campo que
jamás quiso aventurarse a ser cultivado sin querer que la tierra nueva y fuerte
emergiera de él. Muchos serán los miedos, harta la desconfianza que se sembró
en el baldío de un alma solitaria que se negó a hacer germinar la semilla del
nuevo amanecer. Se mirará al fin moribunda, sin propósito y sin final. Pocos
son los que se aventuran a dar una oportunidad a su propia existencia para
poder encumbrar y ser diferente…
Pero así aprendió Malena,
entre la sequía de sus momentos y la lluvia generosa del vivir siempre libre.
Comprendió al fin que si en algún momento la vida merece ser conquistada, es
cuando contemplamos su belleza en ella misma.
Será admirarla cuando la veamos el nacimiento del sol más el atardecer
en el inmenso mar y su bravura. De repente cuando presenciamos el nacimiento de
un ser vivo o experimentamos el amor intenso y verdadero entre nosotros…
Entonces, así será el fin de
la naturaleza y el hombre. Se confirmará sin duda, el sí de la creación
viviente, que surge en cada momento y en cada lugar del corazón del hombre que entiende
el propósito por el cual ha sido creado. Malena se quedó muda por poco tiempo pero
luego temerosa como era, esbozó una sonrisa…
Roque Puell López Lavalle
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