martes, 20 de junio de 2023

El carpintero

 

Un día me convertí en un carpintero. Apelé a los fundamentos que me enseñaron de pequeño para saber qué madera debería encontrar y dar paso a mi obra de arte titulada: “La mujer de mis tiempos”. ¡Qué nombrecito! ¿De qué talla tendría que estar hecha para ser una creación de tal magnitud? Alisté la maquinaria, las medidas estaban listas, busqué los mejores pulidores para el trabajo y estuve listo para pronto realizarlo.

Lo primero que hice fue elegir la mejor madera para mi obra. ¿Cedro? ¿Caoba? ¿Pino? Tuve que buscar una que me ofrezca la nobleza de su temple para que mucho después, sepa vivir para siempre. Quería encontrar aquellos colores que en su origen sean fieles y que fueran capaces de soportar las inclemencias de todo tipo y circunstancia. Entonces cepillé las asperezas, enderecé los ángulos, deseché las virutas, pero afirmé las uniones queriendo que esté todo en su punto si quería enfrentar nuevamente mis intenciones.

Estaba quedando bella aunque fue un menudo trabajo el corregir mis emociones, aun así, estaba casi lista. Más ahora faltaba que se escuchen las opiniones del pueblerino y quería sentirme orgulloso de mi oficio. Eran tantas las expectativas que tenía y sin embargo, todos estábamos atentos al triunfo porque era el momento, según mi parecer, del término de mis años difíciles en la esperada respuesta de una vez y para siempre...

Pero creo que ya no se podía alargar el motivo de mis actitudes ni las formas de su valor. Y en ese momento, todavía no podía formar en ella el rostro sereno y dulce que denoten el amor y el perdón. Era necesario entonces, que sean expuestas la calidad de sus fibras y me pareció haber visto una hermosa moena amarilla en el bosque. Creo que podría recibir el halago de mis manos y el sentir de mi alma. Pero mi fortaleza se negaba a perder. El arte que llevo dentro y la fuerza de mi espíritu me hacían renacer nuevamente una esperanza.

Pienso que tal vez prefería ser el artista desconocido para después encontrarla en mejor estado y condición. Quizás quería ser el artífice famoso, el de gran renombre sí, pero sin un sensible corazón, no valdría la pena. De cómo fueron hechas las emociones encontradas y los torbellinos de su inestable corazón, eso es un secreto. Lo único que sé que ahora está convertida, en una inigualable escultura de voluntad y razón, tal vez porque me enamoré de ella o porque se acabó mi pasión...

Roque Puell López Lavalle

Click: https://www.youtube.com/watch?v=tKVzm0SBYtQ


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