sábado, 23 de septiembre de 2023

Horas mustias


En el mundo de los tontos, el inteligente es el rey y en el mundo de los insensatos el que hace su mayor esfuerzo para no caer en la correntada, es el más capaz. Quién entiende a los otros en las sendas del camino, podrá ver la lógica de sus sentidos. Así entonces, tanto mal hace el hijo que ingrata a sus padres, como el hombre carente de entendimiento quien no valora las intenciones de un sediento.

Si puede más el que confunde valor y precio como el que rechaza los amores de un pobre por la mezquindad de un ladino. Conocí el caso de un amigo labrador, no el mítico de los sueños, sino el del hombre empoderado y admirador de una tierra de cultivo. Tanto le dio a la tierra el abono, tanto fue la semilla dada del buen vivir, que la respuesta fue el estéril comportamiento de una campiña orgullosa creyendo ser la más importante. Más no cejaba él de ser un entendido en los quebrantos y encendió las hogueras de la verdad. Pero la tierra yerta prefirió algo más fácil para su destino. No sabiendo el labriego qué hacer, se dedicó a amarse a sí mismo trabajando a pie juntillas por el brillo de su vida, no volviendo a buscarla en su quebrado corazón.

Quien más sabe más ignora y quien sabe hace lo bueno y no lo hace es mejor que se ponga una rueda de molino en el cuello y termine en el mar. El cielo sigue siendo cielo y por una rosa negra, no se acabarán las estrellas para uno que mira el transcurrir vano de los ingenuos. Me contaron que el amor filial de los hijos, transformados en briosos venadillos, no saben o no quieren entender que hay un solo progenitor. Tampoco saben el origen del tiempo, quizás el paso de las nuevas ideas, más no las costumbres antiguas de los abuelos. El reconocimiento nunca estuvo más lejos, el hogar tampoco, pero el desamor también hace lo suyo.

Las amistades se compran por dinero, el derecho se vende por la burla y por el miedo de no saber quién gana o a quién se hiere si cualquier pretexto es bueno y bien usado para que triunfe una verdad tendenciosa. ¡Así es el ser humano! No piensa, no expresa, no intenta, más vale silenciarlo que enfrentarlo, así es la comida de los ingratos que no reaccionan tampoco a lo más evidente.

Horas mustias, lozanía perdida por el desapego del amor al intelecto. Que cunde el interés por lo vano para comprar después a raudales el desgano. La falta de lo divino, la indiferencia a lo eterno, la sabiduría humana que se crea en el ego, bañada por las aguas del averno. Aquél que se lleva el alma dejando al profano con el inmenso amor a todo lo que es inútil. ¿Podrá atesorar el hombre las ascuas en su seno sin que se queme? Imposible, más demora el dolor del impenitente que la muerte de un pecador que no se arrepiente…

Roque Puell López Lavalle

Clic:  https://www.youtube.com/watch?v=Qt2mbGP6vFI


 

 

 

 

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