Se vendió el mediador por un plato de lentejas, por una mala conciencia, se ofreció por hambre y a la vez se expusieron sus miserias que tal vez no cambiarían porque siempre terminaría de la misma manera.
Y aunque el ser humano pudiera llegar al cielo y luego entre las nubes pudiese descubrir el misterio, siempre encontraría el silencio de su conciencia que pide a gritos una explicación. Pero así tampoco son los hábitos de algunas naciones que no han mejorado el mundo, hoy muchos son los discursos y otros menesteres, las libertades que se pregonan no siempre se llenan de equidad.
Así empiezan los enojos de los pueblos, el protestar airado por la injusticia social, el reclamo por los derechos individuales que hoy son trastocados y ahora ni siquiera pueden consolarse en los esperados, derechos humanos.
¿No es un albur lo que el hombre hace? Es una falsedad lo que se cambia por una verdad. Un drama que está en cartelera aun cuando todos saben que en el fondo es una comedia. Una ironía del destino es ignorarlo porque todo lo que siembra se cosecha por más que se tenga una tardía conciencia. Bien decía Tomás Hobbes que “el hombre es lobo para el hombre” porque el ser creado es malo desde que nace y al cometer injusticias, siempre cae en el juego de la malicia. Pocos saben acaso las tremendas consecuencias del tal proceder y muchos tal vez, se enteran del final de la corruptela de los tales sinvergüenzas.
Por eso es mejor, no hacerse de vidas indignas y no fingir con ella un fárrago de fantasías. Tarde o temprano se alcanza la necedad, por falta de sabiduría y también por carencia de emoción social. Si está para algunos, no está hecha para el ignorante que igual la desprecia. No se hace un Imperio en la base de una base incierta, que quizá a todo el mundo maravilla pero también es verdad, que a muchos desconsuela. Dice el Maestro que se funda la vida en una roca sólida, inconmovible, que no cambia el derecho legítimo por los favores o hacer justicia con la mordida. El hombre sabio lo entiende y es consecuente, aunque después lo sentencien. Basa sus sueños en las fuerzas de la Deidad y en los valores que no cambian su eternidad. Y así entonces, ¿Cuál sería el final?
Conocí a un amigo que tuvo en poco su conciencia porque era más el juego y las trampas hechas con la complicidad de una media verdad. Para todos, los discursos que él daba con elocuencia no tenían aparente respaldo. Lejos estaba la retórica y más, la inteligencia. Él vivió porque era su designio, su oportunidad, pero sin más consuelo que un cigarrillo calmo para estar mejor con su conciencia.
Era gozar la vida que a otros les pesaba pero que a él sin sobresaltos, la encontraba. No se daba cuenta que se le estaba tejiendo un futuro incierto y mejor era la mentira que la verdad porque al fin y al cabo todos hacían lo mismo. Frases inventadas, filosofías sin fundamento y gran desprecio por la Deidad. Solamente era real su nombre y su apellido solamente fue el de un resentido. Terminar tristemente en un número al azar sin que él pudiera reclamar. Solo, sin conciencia y sin consuelo, murió de pena en la fría cárcel de su pueblo…
Roque Puell López Lavalle
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