sábado, 18 de febrero de 2023

La gaviota


El que fue marinero alguna vez, se dirigió al muelle Dársena cerca al puerto de la provincia para contemplar a los buques de la Armada y a los muchos cargueros de coloridas banderas que hacían su rutina de todos los días. Este lugar abrigaba mucha tradición y renombre porque en otros tiempos, fueron los encendidos encuentros que tuvo con la misma historia real y heroica por los acontecimientos ocurridos en la República. 

Manfredo quería pronto hacerse a la mar porque había conseguido su boleta pero estaba nervioso y quizá muy ansioso, tal vez ensimismado por abordar cualquier navío con tal de irse para quizás nunca volver. Con un pasado hecho jirones, con el alma sentida por la esperanza incierta y desencantado con quien amaba, pensó que el alejamiento de todo jaleo, lo ayudaría a renovar su espíritu, pero esta vez lo haría sin contemplaciones.

Luego se sintió extrañado por un momento. Apoyado en el balcón frente al mar, cerca a la escala del abordaje, vio a una hermosa y altanera gaviota de plumas blancas, de porte elegante, con una mirada fija al horizonte y de alas prolijas, muy negras como la noche. Delicadamente se posó cerca de él quien no la dejó de mirar silenciosamente por la proximidad tan atrevida que tuvo ella por su presencia.

- - ¿Por qué me miras? - le reclamó

Sorprendido, él no supo qué decir y siguió con su mirada estúpida.

- - Seguramente no lo esperabas - sentenció la gaviota con enojo

Recobrado de la respuesta inicial, él le contestó:

- - Pues… no todos los días tenemos y esperamos sorpresas como esta…

- - Y nunca la tendrás - refunfuñó - ¿Acaso tú conoces el rastro que dejamos nosotras al migrar o viste acaso el sentimiento que engendramos cada vez que el clima nos invita a un mejor refugio en otro continente? ¿Cómo pasan ustedes los días si repiten palmo a palmo los mismos sentimientos con el mismo vocativo?

- Bueno, es la costumbre, las palabras se hacen para recordar y así no olvidarse. El cumplido es bueno para alegrar el alma y no jactarse. No se confía en los recursos de la retórica sino en el amor que se comparte, en las flores que se prodigan o en el discurso del amor encendido.

La gaviota le dijo:

- - ¿Acaso no sabes que las palabras solamente engendran penas y desasosiegos si solo alimentas el alma de promesas y conjuros que no se pueden cumplir? Todo lo cura el tiempo y los malos recuerdos se lo lleva el viento. La actitud es lo que importa, no las miles de palabras sin entendimiento. No necesitas morir para redimir tu historia, solo debes olvidarla para aprender a amar nuevamente...

Y voló la gaviota sin que él pudiera impedirlo. Sus palabras pesaron en su interior. ¿Y si ella tuviera razón? El amor se construye, no solo basta el sentimiento. Se valora a las personas tal como son y se ama sin cambiar valor por precio. Entonces, entendió que su viaje, tendría un giro inesperado. Partiría libre y sin ataduras a sabiendas de una mezquina melancolía. Estaría decidido entonces, a cambiar su manera de pensar después de esta corta e increíble conversación y así, dejó en tierra, las fechas inútiles de un miserable calendario…

Roque Puell López Lavalle

Link: https://www.youtube.com/watch?v=R5_gkn3iLP0

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