Roque Puell López – Lavalle
Nuestra existencia está llena de diferentes momentos que a veces no alcanzamos a entender. Sin embargo, podemos disfrutar de días felices y también de algunos días sombríos pero siempre hay un propósito y al final hay una esperanza en Aquél quien nos creó. Dependerá solamente de nosotros. ¿Qué piensas de todo ello? ¿Nuestra vida es un azar?
Roque Puell López – Lavalle
Ante una necesidad impuesta, acude el amigo a su congénere
para que le ayude en su apremiante solicitud. El aludido aduce que pronto lo
socorrerá, luego de momentos previos de su petición. No pudo ser en
ese momento así que, mejor sería al día siguiente, porque hay compromisos que no
se pueden posponer. Mañana entonces, viene presto a la cita, previo desayuno franciscano,
de todos ellos, el más amigable, el pan noble con sorpresa y el humilde café servido.
Más el susodicho aprovecha la ocasión y le hace acordar al convidado de su
promesa solemne el día anterior.
Luego -dice- hablemos de los amigos, de política, el
país no puede esperar. Hay tanto que cuestionar, hay tanto que disertar...
Como no, razón tendrás seguramente, la vida tiene que
ser presente –agregó el amigo- aprovechando un sorbo del café.
Y así departiendo largo rato, entre los dimes y
diretes vacíos del gobierno, de la incongruencia presentada y el debate alturado,
pasaron parte de la mañana. El convidado se identificó de momento con los humos
dispersos de su pensamiento y desearon sin explicación, su apetencia más
generosa. Dijo que quizás para otra oportunidad, sería mejor el convivio con un
ovíparo desayuno y una bebida desafiante fuera de la frugal invitación de ese
momento.. Y claro, el otro solo pudo sonreír ante tamaña ocurrencia por decir
lo menos, en los comienzos de una mañana de sol...
Ya pasó entonces, el tiempo transcurrido, la urgencia del
compañero y casi terminando el convite le hace acordar otra vez, acerca de la promesa
acordada. Sin inmutarse, el dizque convidado, dice que no, que no tiene tiempo
y que la prisa es indispensable y que tiene que salir de su casa inmediatamente. Entonces,
sin que nadie lo esperara, explota en ira el amigo y airado le expresa su desconformidad. Que como es que promete el luego, luego y que así, no hay cuando termine la
mecedora de palabras.
El convidado responde:
Tú eres el “interesado” espeta sin remilgos y creído
de su razón.
Y Bélico de sobrenombre, estalla nuevamente y le recrimina
duramente su decir, su falsa amistad pregonada como si fuera la más importante
y compara su declaración con la de otro amigo en común que hacía poco lo habría tratado
mal aun de conocerse muchos años. Le recordó como es habiendo sido tratado así, ahora comete el mismo desatino de repetir el plato con él.
El desagradecido le contestó:
A ti solamente te gusta pelear.–Se defendió el “ofendido”-
sin reconocer su culpa y con el rostro colorado de la afrenta, se retiró sin
decir una palabra…
Luego quiso comunicarse con Bélico haciendo bromas y como si nada hubiera pasado. Él le recriminó su falta de ética entre otras cosas y por su “falta de tiempo” en algo tan sencillo. No era posible ese comportamiento viniendo de alguien que critica a todos no siendo capaz de verse a sí mismo como el gran imperfecto. El convidado pensó, todavía no ha aprendido el valor de hacer algo sin recibir nada a cambio. Confunde valor con precio -dijo finalmente Bélico- y en esta ocasión, no se equivocó...
Roque Puell López - Lavalle
Juntos,
como debe ser, para ir en busca del encuentro de dos mundos acaso simples,
acaso impulsados por un amor tremendo en las gotas de lluvia que brotan algunas
veces en la primavera, otras en el invierno más frío. No deberíamos de pensar
en eso, tú estás contenta con lo que somos ahora y yo estoy feliz, por este
sentimiento...
Juntos,
para amalgamar las penas y buscar la libertad en las risas, sin más contenido
que nuestras experiencias a lo largo de la vida. Será tal vez en la alegría del
ser vencidos por ese amor que nos unió en un sin número de promesas y en un
interminable perfume de voluntades que ahora nos llenan el alma...
Juntos,
para arrebatarle al viento su fuerza y así llevarnos los sonidos de su
magnificencia quién sabe dónde. Ellos pondrán fin a las dudas y temores, se
llevarán de cuajo los sentimientos inferiores y volarán por el firmamento para
perder lo que alguna vez nos entristeció. Después podremos crecer en armonía
con lo que creímos siempre y con lo que nunca desapareció...
Juntos,
para ver la vida de otra manera, no como los soñadores que ven el cielo primero
y se creen privilegiados de ser ellos los únicos en alcanzar el aliento que
necesitan para ser mejores. Nosotros tenemos el mejor de los amores y unidos
podremos entrelazar nuestras vidas como una fortaleza que no muchos podrán
conservar en el tren de los años o en la quietud de un remanso...
Juntos,
para luchar cada mañana con el mundo incomprendido, llorar con la gente que ya
perdió las esperanzas de encontrar un destino y demostrar que la esperanza no
se pierde si se tiene un corazón rebelde de no ser los mismos. No perdamos la
ilusión de las conquistas, la libertad de correr por los inmensos campos donde
no hay ataduras, donde no hay temor para mostrar una esperanza a los que libran
una vida con amarguras...
Juntos,
para amanecer cada mañana en el lecho de los amores y en las esperanzas del
celo manifiesto, más bien en el decir de los cumplidos, para encontrarnos
siempre. Será como aquellos adolescentes que viven el amor intenso, como si
fuera el primero de tantos para luego prometerse el amor eterno. No busquemos
más; que entre las mañanas frías y las cobijas consentidas, el encuentro de nuestra
voz nos dirá que encontramos la joya fina de una maravilla, al encontrar el
tiempo...
Juntos,
para morir en un amor interminable que ni la muerte podrá vencer porque tú
tienes lo que yo más anhelo y tú lo que más quisiste. Pero no olvido que
nosotros somos como el agua del manantial que gota a gota ablanda la roca y
engrandece el alma que quiere dejar un legado para que quizá otros, lo puedan
disfrutar. Y si lo consiguiéramos, seríamos los más fuertes porque así será
como siempre quisimos ser…
Roque Puell López-Lavalle
En
mi último año de Derecho en la Universidad, me enteré de un tremendo caso
siendo testigo y oyente de este relato:
Pedro
y Mario se hallaban en una Audiencia que se dio en los tribunales del distrito.
Mario inició el juicio por el abuso y la deshonra de la pindonga. Tenía que
ganar y parecía que al tremendo Juez, no le pareció o no le quiso dar el beneficio
de la verdad. Quizá parecía influenciado por el fiscal que sin ciencia ni lealtad
a la ley, parecía detener la honorabilidad de la justicia…
“Son las palabras dichas con
desamor y verdad, que siendo ella consciente en su razón, no soporta su propia
debilidad, -- decía el agredido -- más cuando se guarda por muchos años la rencilla y al fin salen del
ocaso, se convierten en una injusta realidad. Quien quiera ser más necio como
el que quiera ser más justo, es lo mismo si defendieran a la verdad con toda
tenacidad.
- Pero Mario, dices eso porque cometieron una injusticia contigo pero tú no puedes argüir sentencia si no tienes las pruebas suficientes...
- “Con hechos y conclusiones,
que merezcan la luz del día se merece una espléndida sinfonía Pedro, pero no
hay razón en las palabras vanas y a propósito escondidas. Quién es más injusto
es el que habla de sufrimientos al decir que es infligido por la deshonra,
cuando eso mismo es lo que administra y de eso vive para su desdicha. En aquél
busca su venganza, pero en ella regresa la desesperanza”.
Y
Pedro pensó: ¿Quién habla de las vanas palabras recibidas con rencor? ¿Quién se
queja ya del fruto del desamor? Cuando los agravios ahora no parecen terminar,
hoy vienen de quien no le importa el respeto, creyendo así tener el derecho y la
libertad. Si las penas se administraran al verdadero culpable, bien fueran los
motivos suficientes para acusarlo. Pero si se tratan de absurdos y sinrazones
¿Por qué habría que condenarlo? ¿No es que la balanza dice ser la más ciega y
la más equilibrada?
Al
final de cuentas, yo pensé que era un cuento de nunca acabar más al final Mario,
“el agredido” pudo ganar el juicio después de un argumento tenaz y
elocuente. Pero yo pude aprender que los pensamientos y corazones parecieran
ser inútiles. No existe cura para los demás sermones ni existen libros para
tales acciones. Lo que vale es la conciencia desligada de las cadenas, de las tendenciosas
mentiras del hombre de la actitud necia de la contienda. Lo que cuenta es la
esencia misma del amor al ser humano. Pero si pierde o se niega ¿Quién lo
podría encontrar? Más la fe no se quebranta y solo espera, para bien o para
mal. Lo que se siembra al final en las almas, termina en una cosecha. Y tendrá
que brotar y quizás una flor habrá que nacer, pero ¿Hay consecuencias? Sí, aquí y en el atardecer de nuestra propia existencia…
Roque Puell López - Lavalle
A otra tumba llevas las flores recién cortadas, hija de las circunstancias, a otros duendecillos compartirás el aroma de tus des...