Juntos,
como debe ser, para ir en busca del encuentro de dos mundos acaso simples,
acaso impulsados por un amor tremendo en las gotas de lluvia que brotan algunas
veces en la primavera, otras en el invierno más frío. No deberíamos de pensar
en eso, tú estás contenta con lo que somos ahora y yo estoy feliz, por este
sentimiento...
Juntos,
para amalgamar las penas y buscar la libertad en las risas, sin más contenido
que nuestras experiencias a lo largo de la vida. Será tal vez en la alegría del
ser vencidos por ese amor que nos unió en un sin número de promesas y en un
interminable perfume de voluntades que ahora nos llenan el alma...
Juntos,
para arrebatarle al viento su fuerza y así llevarnos los sonidos de su
magnificencia quién sabe dónde. Ellos pondrán fin a las dudas y temores, se
llevarán de cuajo los sentimientos inferiores y volarán por el firmamento para
perder lo que alguna vez nos entristeció. Después podremos crecer en armonía
con lo que creímos siempre y con lo que nunca desapareció...
Juntos,
para ver la vida de otra manera, no como los soñadores que ven el cielo primero
y se creen privilegiados de ser ellos los únicos en alcanzar el aliento que
necesitan para ser mejores. Nosotros tenemos el mejor de los amores y unidos
podremos entrelazar nuestras vidas como una fortaleza que no muchos podrán
conservar en el tren de los años o en la quietud de un remanso...
Juntos,
para luchar cada mañana con el mundo incomprendido, llorar con la gente que ya
perdió las esperanzas de encontrar un destino y demostrar que la esperanza no
se pierde si se tiene un corazón rebelde de no ser los mismos. No perdamos la
ilusión de las conquistas, la libertad de correr por los inmensos campos donde
no hay ataduras, donde no hay temor para mostrar una esperanza a los que libran
una vida con amarguras...
Juntos,
para amanecer cada mañana en el lecho de los amores y en las esperanzas del
celo manifiesto, más bien en el decir de los cumplidos, para encontrarnos
siempre. Será como aquellos adolescentes que viven el amor intenso, como si
fuera el primero de tantos para luego prometerse el amor eterno. No busquemos
más; que entre las mañanas frías y las cobijas consentidas, el encuentro de nuestra
voz nos dirá que encontramos la joya fina de una maravilla, al encontrar el
tiempo...
Juntos,
para morir en un amor interminable que ni la muerte podrá vencer porque tú
tienes lo que yo más anhelo y tú lo que más quisiste. Pero no olvido que
nosotros somos como el agua del manantial que gota a gota ablanda la roca y
engrandece el alma que quiere dejar un legado para que quizá otros, lo puedan
disfrutar. Y si lo consiguiéramos, seríamos los más fuertes porque así será
como siempre quisimos ser…
Roque Puell López-Lavalle
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