Vi que su memoria será una luz que se extingue en mi universo. Sus palabras que se pregonaron justas en el viñedo, hoy yacerán rotas en el fondo del mar porque la marea que juega con el vaivén de los pensamientos, no tendrá sustento para continuar ¡Ah la naturaleza! Por eso entonces, el oleaje que es incierto, es el que causará a todas luces, una tormenta. Quizás será la que atrae un torbellino de ventiscas y de aguas frías, ni idea. Más creo yo, que así nacerían esos guijarros brillosos de sus palabras cariñosas y vacilantes.
Pero el recuerdo de la hazaña por la fuerza del encuentro, la tuvo el oscuro cielo y el vano resplandor de su corazón. Surgieron las preguntas y las sentencias, un fulgor de razonamientos sin sentido inundaron el desván de sus secretos. Sin embargo, una lágrima henchida corre por los surcos del tiempo y de la vida del sugerido trovador. Una música inspirada por un niño triste, es cantada pfofundamente en la plaza y caló en los huesos de los que la oyeron, pero ellos tuvieron sus dudas preguntándose si su amor era honesto o...
No hubo cabida para el descanso del alma toda vez que se encontraba en continua agitación. Para ese entonces, existió un rotundo no para la paz que quiso reinar. Pareciera que fuera un estorbo en el silencio del gigante embravecido que quiso desterrar las mentiras de una mala intención. No existieron las causas del amigo sino la traición del indebido que siguió los pasos de uns ninfa falsa que a todos engañó.
Por eso sé que los ojos que miraron solo el espejismo de un arco iris en un atardecer sin sol, ahora experimentan el banquete de un simple relato de esperanza y de felicidad para un mejor mañana. De repente a lo lejos escuchó el trinar solitario de un pequeño ruiseñor o podría ser el graznido de un mentecato usurpador. Pero no, fue la melodía de los que
murieron, pero sin estar muertos...
Roque Puell López-Lavalle
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