miércoles, 28 de mayo de 2025

Nosotros teníamos razón




De tan larga estatura como todavía eres, la vida nos había encontrado en medio de una trifulca en el parque central de Miraflores donde celebrábamos alegres el empate de un partido de fútbol jugado por nuestra Selección. Todo el distrito y sus calles estaban de fiesta, se formaban interminables caravanas, los sonidos de las bocinas por los carros, arengas y vivas desaforadas de un gran encuentro recién finalizado. Los discursos a nuestro país por ser siempre los mejores estuvieron en boca de todos. El tránsito había sido paralizado para una noche que prometía ser larga y descontrolada. 

Pero resulta que en medio de todo, unos malandrines le habían metido la mano a la Gabriela faltándole el respeto y nosotros, sus amigos, nos fuimos corriendo a defenderla. Cuando nos pusimos frente a ellos, tú no decidías vengar a la hermana de nuestro común amigo que vivía cerca a mi casa pero yo si quería liberar pronto mis hormonas alborotadas.

Entonces, tuve que ser yo el que comencé con los trompicones porque tú no cedías a la provocación que hacía ratos fue anunciada por este grupo de muchachos. Cuando vinieron hacia nosotros, después de los insultos, no te quedó otra que intervenir para sacar la cara por mí porque fui el primero en lanzar el primer puñete en la cara del otro.  Todo se convirtió en ese momento en una gran pelea porque repartimos golpes y patadas a diestra y a siniestra. Parecía que todo no iba a terminar tan temprano. Recuerdo como si fuera ayer, que una piedra lanzada de gran tamaño, venía hacia tu cabeza y la verdad no sé cómo volé de esquina a esquina como el mejor arquero y pude contenerla justo a tiempo para que no se estrellara con tu "ingenuo" cerebro. ¡Pucha, todavía me duele la mano!

De los cuatro que éramos, contra los nueve implicados, vencimos a duras penas a los culpables pero vino la Guardia Civil de aquél entonces para llevarnos a todos presos por la bronca en la calle. Sin embargo, llegaron y nos encontraron a todos abrazados dando vivas por nuestra Selección y hasta pensaron que éramos los "hermanitos", del mismo partido. Más no se la creyeron así que tuvimos que huir rápidamente en medio del parque, yo con mi camisa rota y tú con la mirada tonta. Los demás estaban asustados y se fueron cada uno por su lado.  Los guardias ya nos alcanzaban, faltaba poco pero yo con las justas me las ingenié y alcancé un taxi. El chofer asustado me preguntó: ¿A dónde va joven? "A seguir celebrando el empate", le dije pero luego reaccioné alegando: ¡¡ Pero me lleva a mi casa carajo!! Y sin darle todavía la dirección dónde vivía, volteó el carro por la avenida principal y jocosamente, pasé en medio de los que me perseguían...

Son remembranzas de los años setenta y recordarlas hoy es una gran alegría por un gran partido de estos buenos futbolistas. Julio es todavía un gran amigo y un aguerrido hermano que el destino nos unió en aquella oportunidad. Esas broncas de los veinte años, todavía hoy viven en mi corazón y cuando a veces paso por ese parque, tan lleno de historias, siempre sonrío y a pesar del tiempo, siempre lo reitero y lo reiteraré siempre por lo que queda de mi vida porque todavía afirmo que: "Nosotros, teníamos razón."

Roque Puell López - Lavalle

martes, 27 de mayo de 2025

La bitácora azul



            La emoción de llegar, poco a poco me consumía con tan solo pensar que podría  encontrar después de tanto navegar. Los otros marineros no cabían en su asombro después de tantas vicisitudes por fin sus sueños comenzaron a vislumbrarse. No infundía el aliento del cómo llegar , el alma se contentaba tan solo con el pisar el continente prohibido o tal vez el mundo nuevo que nos había de encontrar. Unos reían, otros miraban el horizonte indiferentes porque no podían creerlo y sin embargo, todos sudaban  copiosamente  pues no sabrían qué iba a acontecerles.

                En mi bitácora azul, escribí todas lasa contingencias con detalle  al igual que todas las novedades con tesón. Mi pluma no desfallecía por cuantas peripecias o aventuras cortas de mi tripulación.  Era el Capitán pero parecía un crío que sus padres lo llevaban a los lugares del juego en el campo del su pueblo y donde la diversión no terminaba de comenzar.

                    Y de repente en mis emociones sin par, se encendió el furor o la controvertida angustia del temor. El cielo radiante se convirtió en un negro turbión. pero este no cesaba aunque estábamos acostumbrados  pero este fenómeno era diferente. Se escucharon ruidos en el firmamento. Sabía que eran lo temidos truenos que iluminaban todo y sin  embargo, los fuertes vientos tampoco se hicieron esperar. Grandes ráfagas golpearon nuestra embarcación, perdimos por memento el rumbo pero gracias al Eterno que  lo recuperamos en medio de rayos y el aguacero intenso.

                Una tensa calma nos invadió a todos, un intenso de  deseo de sobrevivir se tradujo en los rostros desencajados de la tripulación. Nuestro barco estaba a la deriva si no fuera por el viejo Sánchez, el timonel  encallecido por tantas tormentas pero que lo supo controlar. Y nosotros ajustando el velamen y asegurando carga porque ni sabíamos a ciencia cierta el final. Muchos habíamos experimentado el embate de la naturaleza pero no faltaron los que rezaron fúlgidos del enojo que llevaba pero tenían que soportarlo. Parecía que no llegábamos al prometido continente, quizá a la tumba que según algunos les esperaba por tal tempestad.

                 Pasaron las horas y por fin se rompió el cielo, una luz brillante cortó el firmamento y de a pocos el aguacero comenzó a amainar. ¡Empiecen a subir las velas! ¡aseguren los cabos! ¡Vamos a estribor! Eran las órdenes, eran las esperanzas que todos merecíamos esperar. 

En eso, toca la puerta de mi camarote mi adjunto, un oficial joven de unos 30 años de edad y me pregunta preocupado:

                                - ¿Por qué tenía miedo Capitán?

                                - ¿Estás loco?  ¿De qué miedo me hablas?  Refunfuñé....

                                - Capitán, lo que pasa es que.....

                                - Mira, - le contesté - hace mucho tiempo, tuve que empacar diez años                                    de mi vida en un par de bolsas negras y embarcarme en el puerto a                                     empezar desde cero. ¿No sé de qué miedo hablas? Y tú tampoco sabes                                de lo que hablas. Traes puro sueño. ¡Vete a dormir hombre!

                             Y es verdad. Con la emoción del incidente, me olvidé del miedo. Creo que estaba más preocupado por mi tripulación . Quizá me habría sentdo algo inseguro como es natural pero en ese momento no se me pasó por la cabeza por saber dominarlo. Mi adjunto lo después más tranquilo y le pude explicar  que la fe en Quien nos creó es lo que me ayudó también a superar todo cuanto pasé. Luego de un tiempo corto, para beneplácito de todos, el sol salió más brillante que de costumbre y al fin completé mi sueño. ¿Estás conmigo? Le escribí a todos mis amigos en mi bitácora azul. No lo pudieron creer...

Roque Puell López - Lavalle




                
                                







 

lunes, 26 de mayo de 2025

La imaginación

 


Desde pequeño te interesó la vida en otras tierras, tu imaginación volaba entre los mares del mundo, pero tenías la esperanza de viajar alguna vez aun cuando eso significara el alejamiento de lo que más querías entre la familia y la amistad. Pero nunca dejaste de visitar la Capitanía del puerto cercano a tu casa. Te emocionaba viajar aunque sea en tu imaginación de niño.

        Pero el barco de la “amistad” fue puesto en la rada y estaba expuestito a toda suerte de enfrentamientos. Del tuyo o del mío, pero si no tenías la sangre de vivir de corazón al desafío, no lo disfrutarías por más que busques tu valor. no lo encontrarás Si no nace contigo, pensaba, me marcho y así olvido pronto esta sed de aventura que siempre me acompañó desde muy pequeño.

      El cielo responde a la aurora, sientes que la brisa anuncia un nuevo día, un nuevo despertar, el amor quizás te espere, quizá quiere un día porque la soñaste estrechándola a tu pecho diciéndote que te amaba. Pero infunde tu coraza que no la encontrarás, que otros duendes la habrán de enamorar. Su respuesta fue ser el amigo eterno pero tú destruirás la razón que te incomoda y que te hiere porque jamás renunciarás a tu sentir.

      Más el destino, el vaivén inconcluso de la humanidad, te dio el adiós a la respuesta necesaria y te embarcarse para otras tierras conquistar. Y la fantasía se enamora y huye de su rutina, de sus castillos inexpugnables del silencio. No parecía ser así por la forma de mirar, por la voz quebrada de alguien que supo amar. Pero las hadas del bosque imaginario prefieren vivir en paz en su etéreo mundo del misterio y su inquebrantable voluntad.

       Te embarcaste en un barco cargado de cañones, acaso para enfrentar alguna novedad y viviste con una dotación de piratas en cubierta que no sabían escribir su nombre ni mucho menos los móldales contemplar. El Capitán del armatoste te miró con recelo pero tú, hambriento de olvidar te fuiste por los siete mares y a saber si ibas a regresar. Pero tu ánimo pronto y tu calidez hicieron llevadera la travesía entre los curtidos marineros y la amistad desplegada entre sus disímiles temperamentos.

    Admirados de tu valentía, se fraguó un combate en alta mar y fue la oportunidad de mostrar lo mucho que aprendiste en tu vida sin paz A diestra y siniestra lo hombres cayeron, tú perdiste para de ti y a pesar de todo tu aliento y tu humanidad dispuesta, convertiste todo en casi una hermandad. Vino tinto después de la victoria, orondo tú entre la algarabía y las botijas, los manjares de la vida marina no se hicieron esperar, Habían burlado nuevamente a la muerte obstinada en triunfar.

    Soñó en silencio pero sin palabras mirando al cielo y quién sabe, quiso verte de nuevo pero el día que partiste ni siquiera se inmutó por tu partida habida cuenta que se enteró un año después. Sus antiguos pretendientes de barba y de galones, se habían marchado y algunos murieron en batalla. Decidió entonces recorrer sola todas noches el puerto, entender quizá los motivos del mar y la atracción que este infundía en la mente y la voluntad de los hombres hasta el punto de dejar todo por sus idéales. Más por fortuna, ella nunca obtuvo respuesta…

  Habían pasado algunos años y una mañana muy fría, el vigía avistó tierra firme. Los marineros se agolparon en la proa y así las cosas, sonrió con sorpresa en el timonel, el viejo Gaspar. Regresaban a Puerto Escondido, pronto el Capitán confirmó el regreso a los curiosos. Saliste de tu camarote y divisaste a lo lejos los navíos del viejo insigne que muchos años sirvió de despensa a los habitantes del lugar. Algo pareció haber cambiado porque ya se hablaba de un proyecto militar.

  Pero tus ojos divisaban a medida que tu barco se acercaba, una silueta, un sueño imposible de concebirlo, un recuento del pasado que se hacía notorio si no ignorabas a propósito lo que mirabas. Rarísimo, tú ya habías cambiado con los años. No obstante, eran seguramente las luces y las sombras, lo veraz o los cuentos. Pero ahí estaba y fuera de si te preguntaste muy sorprendido ¿Sería la imaginación una realidad?

Roque Puell López – Lavalle

 



domingo, 25 de mayo de 2025

Sin estar muertos

 

        Vi que su memoria será una luz que se extingue en mi universo. Sus palabras que se pregonaron justas en el viñedo, hoy yacerán rotas en el fondo del mar porque la marea que juega con el vaivén de los pensamientos, no tendrá sustento para continuar ¡Ah la naturaleza! Por eso entonces, el oleaje que es incierto, es el que causará a todas luces, una tormenta. Quizás será la que atrae un torbellino de ventiscas y de aguas frías, ni idea. Más creo yo, que así nacerían esos guijarros brillosos de sus palabras cariñosas y vacilantes.      

      Pero el recuerdo de la hazaña por la fuerza del encuentro, la tuvo el oscuro cielo y el vano resplandor de su corazón. Surgieron las preguntas y las sentencias, un fulgor de razonamientos sin sentido inundaron el desván de sus secretos. Sin embargo, una lágrima henchida corre por los surcos del tiempo y de la vida del sugerido trovador. Una música inspirada por un niño triste, es cantada pfofundamente en la plaza y caló en los huesos de los que la oyeron, pero ellos tuvieron sus dudas preguntándose si su amor era honesto o...

No hubo cabida para el descanso del alma toda vez que se encontraba en continua agitación. Para ese entonces, existió un rotundo no para la paz que quiso reinar. Pareciera que fuera un estorbo en el silencio del gigante embravecido que quiso desterrar las mentiras de una mala intención. No existieron las causas del amigo sino la traición del indebido que siguió los pasos de uns ninfa falsa que a todos engañó.

Por eso sé que los ojos que miraron solo el espejismo de un arco iris en un atardecer sin sol, ahora experimentan el banquete de un simple relato de  esperanza y de felicidad para un mejor mañana. De repente a lo lejos escuchó el trinar solitario de un  pequeño ruiseñor o podría ser el graznido de un mentecato usurpador. Pero no, fue la melodía de los que murieron, pero sin estar muertos...

Roque Puell López-Lavalle




sábado, 10 de mayo de 2025

Un mal día


           Desperté con un dolor de cabeza, sin tomar desayuno, con la boca amarga y de tanto en tanto sangrante, como la herida del huraño, del parco, aquél que no habla por miedo al qué dirán de su triste semblante. Solo en la cama me puse a pensar si era la resolana del día o la luz del estar de pie, sin prisas y sin cuidados. Total, uno está acostumbrado a vivir como soldado. Así pues me bañé y me vestí para ella. Sin duda pensé en verla por la alameda de los perdidos o en el parque de la esperanza porque la medusa de mi casa estaba indignada pero así le hablé a su semblante con mi profunda mirada:

“Me encontré que hablabas con el amigo de antaño en el recibidor, con aquél ingrato de siempre que buscaba una visita para hablar de sus temores y fracasos. Te vino a conversar porque a mí no me llegó el anuncio de su llegada y me di con la sorpresa de verlo cuando iba de salida a ver a mis enredos y sentenciados”.

Al no contestarme ni una palabra, tuve que irme en un chasquido de complicaciones, en un intercambiar de religiones para un saludo realmente mediocre, falto de sentimientos y de pocas razones. Así las cosas, asenté mi sombrero, anudé mi chalina y prendí mi cigarrillo, que encendido, calmó el frío que me acordonaba. ¡Fue inútil entonces, el supuesto encuentro!

Yendo por la acera, recordaba en la variedad de mis pensamientos, el pasado vergonzante de una serie de impropias conductas y de amigos desleales. Ahí estaba el “halcón”, que de inteligente era solo el nombre porque no daba pie en bola en lo que enseñaba y menos aún en lo que se le aconsejaba. Luego, aquella maravilla de estrella, mujer de carácter según su escuela y su linaje, pero en una abrir y cerrar de ojos, aguien se llevó su virginidad en un carruaje. ¡Pobre la ingenua! Y aquél que reclamaba la amistad como una fuerte y sublime espada de la verdad y la fortuna, no se apareció nunca en la carencia y en la enfermedad, no reconoció la diferencia entre la vida y las letras vivas de una Escritura. Qué ciencia y veracidad se muestran al final al iletrado y que falsos son los muchos que les cantan palabras huecas y sin obras, a más de un desorientado... ¡Qué mentiras!

Y así fue la mañana y la tarde, penoso el caminar entre el smog y el andar lento de una movilidad incierta. Presencié el quitar de las carteras y bienes de un pandillaje que no mira miserias ni edades como antes. Porque para ellos es un placer hurgar sin trabajar pero no roban como los otros, tan elegantes y de buen semblante, con cuello blanco más una corbata impresionante.

Ahora resulta que quieren quitar el delito con el sebo presente y no disciernen que es mejor la muerte aun sin importar si se llega a la ceremonia de una capilla ardiente. Muchas son las aflicciones del justo pero el Eterno lo librará de las abominaciones del dictador ingenuo... ¿O tengo que decir que es un espejismo el afirmar que es entre nosotros los que nos sacamos el corazón entre falsas bondades?

¿Y el tiempo se detuvo? No, el tiempo no se quedó ensimismado por mis planes y desvaríos por así decirlo, no escatimó en demostrar que todos los males los colocó en una cabeza y que habría de ser el César malévolo para que de un cuajo mueran de una vez los ultrajes. Y así tampoco se irán los malos tiempos, menos las horas de llovizna que caen interminables en la vida del pobre que toca su instrumento en cada esquina. Solo sé que debí despertar de tan largo engaño, de tan odiosa letanía, de encuentros falsos de la amistad sin vida. Solo recuerdo que nací solo, que crecí en la guerra de dos mundos y que aun así no se fueron las malas horas y menos ahora poder pensar, que viví recordando, un mal día…

Roque Puell López - Lavalle



Entre tanto

            A otra tumba llevas las flores recién cortadas, hija de las circunstancias, a otros duendecillos compartirás el aroma de tus des...