miércoles, 1 de mayo de 2024

Amigo de blanco

Bancos de azul, verde y blanco, se mueven en todas direcciones. Comienza el día en la casa grande. Las lecturas, la atención, el afán, el resultado, es el diario vivir que se comparte. Todos trabajan, todos se emocionan, hasta la vida y la muerte se abrazan. Los doctores y las enfermeras, los también de claro semblante son generosos en un solo momento prodigando sentimiento y esperanza. Hoy quiero honrarte amigo de blanco que con tu humor lo malo parece bueno y como padre severo también nos centras con la verdad. También quiero honrar a mi ángel que cuidó de mí. Que no solo fueron tus palabras sino un sentimiento muy inusual. La vida de blanco chiquilla, es muy dura, pero que con candidez y sonrisas pudiste quitarle al viejo lobo, una lágrima que queda, una sonrisa en el recuerdo

Roque Puell López - Lavalle


Juego de palabras

 


Tan igual como un villano, vino a mi casa un necesitado, un sin techo acongojado que de oídas había sabido que yo era el don con quien debía hablar. Al terminar aquella tarde se presentó solícito y descarado, con un discurso intencionado: “Necesito un jardín de entrada, un sitio de esparcimiento, quizá el suyo sea un bonito lugar, mis hijos y familia no tienen descanso, ni su cabeza donde cobijar. Al contrato me someto, dónde hay que estampar la rúbrica, el adelanto se lo entrego, pero tenemos que arrendar”.

La ingenuidad  te acumula deudas cuando no hay sabiduría, la inexperiencia te premia cuando menos piensas, a lo mejor en ese momento es tu cultura convertida en ciencia para así decirle no a la necedad manifiesta. Si hubiese sabido las mañas del hombre cauto, por nada hubiera tranzado pero me ganó su pinta de honrado y su fingido teatro lo vivía intenso, como un maestro consagrado. Firmamos un contrato de buenos augurios para las partes, prometió las mil maravillas sin fin, pero nada más falso se vio en los meses siguientes cuando no tardó en sus obligaciones infringir.

El engreído no quiso salir de casa cuando se le enfrentó lo que debía. Siempre respondió con una queja, con un no y con algo menos que un juramento. “No tienes que cumplir lo que prometes si tampoco lo han hecho contigo” me explicó sin más trámite el entendido Abogado. Armas al ristre decidí entonces, poner al susodicho a derecho. Ya no tenía dudas. Entre papeles y firmas del notificante, se le venía la noche al pobre ignorante.

Busqué ayuda entre los amigos, llamé a los más cercanos, a los que creí que eran mis hermanos pero los encontré timoratos, faltos de palabra y siempre ingratos.  Pero la perseverancia al fin te sonríe y hallé al fin a dos que tenían un sentido, una vida fugaz, un camino tan dispar. Y así, uno por la ventana y el otro por el tejado, cumplieron su tarea más preciada. La salida feliz de sus cacharros puso fin a la obra terminada.

Aunque su venganza se vio reflejada en un inoportuno encuentro, el acusado cayó en desgracia, en no recuperar jamás su causa, porque el condenado que no tiene derecho tampoco tiene esperanza. "El hombre que es bueno, es libre de ataduras aunque sea un esclavo, pero el hombre que es malo es un esclavo de sus pasiones aunque sea libre", dijo un escritor. 

Roque Puell López - Lavalle



martes, 30 de abril de 2024

Todo para no extrañarte


Existen los bailes inspirados en el amor cuando somos cómplices, pero también se encuentran los bailes del desamor y del encendido incienso cuando alguno se queja. El baile nuestro, sin temor lo digo y con orgullo, nos encandila porque lo disfrutamos como los adolescentes en el estío. Pero el ballet de los complicados se guarda para el momento de la duda, tal vez de la desilusión y de la locura. ¿Sería la nuestra?

Otros contemplan el simple bailoteo del cariño espontáneo, alegre y de las promesas porque que salen del corazón. Son los pasos de la conciencia y de la imaginación, porque se improvisan sentimientos lo que se canta, no se escucha pero tampoco se buscan los motivos inmaduros para decir que no.  

Los bailes de los amigos también, se miran en el azul del cielo sin apego y en las estrellas, el recuerdo. Son solo bellos juramentos y los gratos encuentros de un viajero, pero carentes de verdad. Son las mentiras verdaderas del olvido y de las palabras sin alardear. 

Por ello, me dedico a bailar hasta muy tarde, cuando la noche es azul y el grillo canta. Quizá para olvidarte siempre, para no existir en tu mirada y no vivir de mis celos. Aun tengo un sentimiento y no quisiera perderte pero tu silencio largo, me dice que no lo aceptarás. Solo te esperaría en el silencio de las estrellas y decirte mucho para no extrañarte… 

Roque Puell López - Lavalle






Si tu corazón quisiera

 



Las tardes poco a poco terminaban en los horarios del trabajo, los momentos bulliciosos comenzaban a ser pequeños y el sol se dormía porque la luna emocionada iba a reinar. Muchos apuraban el paso para llegar a sus hogares y reuniones porque la oscuridad pronto vendría y nadie se atrevería a chistar. Las interminables filas de los trabajadores y empleados corrían raudos para embarcarse en los buses y colectivos para no esperar más en los paraderos designados. ¡Oh ciudad de los contrastes!

Entonces, mi nombre buscaba el tuyo, mi pensamiento volaba hasta tu semblante y a lo mejor sabría dónde encontrarte. Sin embargo, entre mis afanes, te hallé dibujada entre la sonrisa de unos niños que todavía jugaban en la acera de enfrente. Qué candidez, qué inocencia en sus miradas, incluyendo esas manitas sucias del tanto trabajar. Ellos me llamaron la atención por los ojitos traviesos de tu recuerdo, pero también me hicieron acordar el amor de la inocencia, ese que se perdió en el tiempo y a pesar de ello, todavía se encontraba intacto. ¿Habríamos sido quizás, cómplices?

Quizá la sombra que sigue tus pasos se perdió en lo que parecería tu silencio pero aun así me encontraba en apuros. De repente estabas escondida en el azulino del cielo o tal vez en la campiña con aquellos inmensos árboles de pino que tanto me gustaban. En ese entonces, era vario pinto el paisaje que escondía al lago azul donde solía pintar mis cuadros pero también plasmaba mis grabados en carboncillo que eran como una gran amistad sentida.

Las flores de mis lienzos podrían compararse a tus misterios que escondías temerosa para mí. ¿Quiénes podrán descubrirlos? No lo sé, será porque esas flores las encontré solitarias pues nadie las había cuidado en el bosque. ¿Quiénes las encontrarían? Me contestó el silencio. Pero en cambio, yo si tenía tu fragancia, pero no entendía el porqué de tus espinas en los tallos. Solamente sabía que en tu frente noble acompañada de tu ondeada cabellera negra,  llevabas más de una rosa imaginada pero en tu mirada serena, quizá despertaría de los laberintos del sueño que me invitaba a contemplarte.

Y sin embargo, pesaba yo, allí estabas, extasiada de tus afanes y cansada de mirones ciegos porque las respuestas no las tenías y aun, sonreías. ¡Quién te entiende! Ayer me hablabas de las bonanzas de tu pueblo, de las injusticias que atravesaban por una palabra incierta de los pasquines de los inocentes. Era toda una vorágine de promesas y expresiones bobas que hablan las verdades en toda una noche, más destilaban mentiras por la mañana. Y tú estabas descontenta allí, pero yo creía y ciertamente te admiraba…

Y así vuelvo entre las calles de los humeantes minibuses, de las bocinas locas e insistentes, entre la tarde que ya muere, entre el chirrido de los autos y las camionetas coloridas. Regresas, quizá por la misma vereda, tal vez por el mismo camino de la mañana donde se encontraron dos besos. Uno que era el mío y el otro era el de la despedida si lo recuerdas. Aquella acera que una vez nos prometió encontrarnos en el claro de las mañanas o de repente me imagino, como decían los antiguos moradores, “bajo el puente”, donde llegaba el último tren de la tarde.

¡Claro! El caballo de hierro, aquél viejo latón de recuerdos y ensueños, el contador de chismes y de cuentos, que no se olvidó dónde nos pudimos encontrar. Y tal vez allí pudiera darme cuenta de mis anhelos porque mi corazón no dejó de latir. Es más, podría robarte un apasionado beso y tal vez aparecer en todos tus sueños o en ninguno, si es que tú me dejas. Tal vez tú podrías amar a mi corazón desnudo y yo amarte todas las noches yertas, si tu corazón quisiera…

Roque Puell López Lavalle



lunes, 29 de abril de 2024

Cásate conmigo

 

De niño había conocido a una pequeña niña de ojos muy grandes, oscuros y muy agraciada. Qué maravilloso era ver cómo se mecían sus cabellos al viento cuando corría por los caminitos del parque vecino a la urbanización donde vivíamos. Su casa quedaba en las inmediaciones de la mía y no era tan difícil saber los días soleados que iba o venía de su colegio, porque casi todos mis amigos la conocían.

Ella vivía una eterna primavera, siempre se le notaba feliz y sonriente, pero resulta que no siempre era todo alegrías, a veces eran momentos de solaz y otros eran de tristeza. Con razón después la encontraba compungida y no jugaba con su vieja muñeca. Entonces yo le dije que no debería estar de esa manera porque la vida según yo, era maravillosa. Ella atenta y curiosa me escuchaba, pero un día no muy lejano, no pude contenerme y le dije muy orondo y seguro: "Cásate conmigo", pero se echó a reír sin saber por qué lo hizo. Me quedé muy confundido, yo era un niño bien parecido, educado, algo descuidado sí, pero muy varonil.

Pasaron algunos años de aquél “incidente” donde todos vivimos la vida de modo diferente. La música, los bailes y como toda nuestra juventud de entonces, esta solía ser contestataria o rebelde. De pronto, allí estaba ella nuevamente, ahora espigada, hermosa y con sus ojos soñadores de siempre, ávidos de conocer el mundo y contar las estrellas del universo. Pero otra vez las circunstancias le habían jugado una mala pasada. Las desazones y las desavenencias habían borrado su sonrisa dándole un aire cierto de romántica melancolía. Yo había crecido entonces, es más, había logrado rescatar mis anhelos y plasmar mis expectativas. Para ello había luchado sin desmayar y al verla otra vez, quise sumarla a mis triunfos personales. Recordé mi infancia junto a ella y aquél amor de niño que jamás claudicó, me llevó a conversar con ella sin ningún cuidado. Luego de algunas horas de pláticas afables, tomándola de sorpresa y sin que ella lo advirtiera, la miré a sus ojos verdes diciéndole muy seriamente: "Cásate conmigo" y se echó a reír bulliciosamente. Confundido otra vez, no entendí.

El tiempo pasó, la vida me llevó por otros caminos que me acercaron a otras conquistas en el plano espiritual y humano. Ya era otro, ya me habían aflorado desordenadamente las canas de la sabiduría al compás de mi frente amplia y resplandeciente. Usaba anteojos solo para leer cuando jamás me lo había imaginado. Los otoños habían dejado su huella y los inviernos me habían acostumbrado al refugio hogareño. Quizá habría renunciado a todo eso pero no a la primavera de mis instintos. Ellos se mantenían todavía  además de vivir un verano intenso inminente. Había tenido descendencia para que me hicieran abuelo muy pronto pero la que fue la madre de ellas, se la llevaron los avatares infelices que ya no serían de mi incumbencia.

Así las cosas, al retornar de un viaje tedioso, de pura casualidad supe que aquél juvenil amor, había retornado al país.  La magia de la memoria me trajo hermosas remembranzas y otra vez se manifestó en mí el espíritu del amor. Una extraña sensación de romántico sentimiento me colmó de ilusiones y de esperanzas. Entonces, llegó el momento de volver a vernos, la ubiqué en su casa antigua junto al parque y floreció nuevamente la amistad perdida por los dos. Pero, creí que continuábamos juntos por el recuerdo de las majaderías y alegrías de antaño y no me equivoqué.

Sin tomar conciencia, nos hicimos más amigos cada día, reíamos y peleamos como siempre, había un apego que no se apagó a pesar de la distancia. La soledad, la melancolía, la experiencia y el extrañar de su anhelada presencia, me hizo preguntarle preocupado que si el firmamento diera un giro de 360 grados y se juntaran las estrellas para dar un sola luz, potente y hermosa ¿Qué es lo que ella haría? Se mostró pensativa y dudosa de la seriedad de mis palabras no sabiendo qué contestar. 

Entonces, sin saber la respuesta, un halo de misterio nos envolvió a los dos. Sin mediar palabra, me atreví a sincerarme a hablarle. En tono muy diferente, serio e impávido, la tomé de las manos y le dije: "¡Cásate conmigo!". Abrió sus ojos grandes, miró a los míos y no se echó a reír...

Roque Puell López Lavalle


El tercer Domingo

 


Si son unas chiquillas... ¿O no lo son…?

¡¡Pero son unas señoritas!! Sí, pero no piensan

o no se dieron cuenta pero se fueron por invitación

¿Y fue de repente maliciosa e inoportuna?

II

Es que no son las celebraciones de los idos rezos y parabienes, se trata de las buenas comidas acompañadas de los manteles largos y los vinos caros.  Están lejos, hay recuerdos, sueños y nostalgias para contar, pero aún no se han escrito en la bitácora del miedo…Pero al pasar los años, los niños se hicieron hombres y en el correr del tiempo, las niñas mujeres. Me pregunté aquella vez: ¿Y qué pasó con los esos juguetes? Solo encontré uno solito, quizás el más ingrato. Era un gallito que a pilas batía sus alas y que cantaba, quizá porque era viejo, tal vez bronco y si se sentía muy gangoso. Y el único recuerdo que vi en la vera del camino de regreso a mi casa, fue la soledad y la tristeza cuando se fueron mis nenas en el día del padre. Fue el tercer domingo del mes de Junio. Se las llevó el viento, se las llevó el infortunio imbuido de mala voluntad y fortuna, de quien se decía ser la mejor de todas pero a todas luces, sin parroquia y sin cura...

Roque Puell López Lavalle

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

domingo, 31 de marzo de 2024

Hildebrando

 


Tus ojos ya no ven el cielo que hoy no guardas y tu viaje inesperado que perduró algunos meses, regresaron otra vez a la esperanza que nunca encontrarás. ¿Por qué vuelves, a las remembranzas que solamente te hicieron el mal? ¿Dónde están los mundos nuevos, las eternas praderas que habrías de conocer para colocar la bandera de tu libertad? ¿No es más fiero quien se muerde los labios y acepta el no regresar? Insistes al mismo momento, al mismo sonsonete de melodías sin caminos y sin respuestas del por qué te tuviste que marchar. Ves ahora que la Valkiria no cambia, que no muda su parecer porque los mismos fantasmas del pasado, arrecian contra ella como si fuera una barrera de poca importancia y que su ser aun reclama, para no perderse jamás.

Ah compañero, tú sí habrías encontrado otros manantiales que podrían regar tus áridos sentimientos o quizá tus amargos pensamientos porque los malos recuerdos, todos los tenemos pero depende qué tanto los abrigaste o qué legiones se atrincheraron en el doblez de tu apocado corazón. Yo vi que el talento de tus manos, seguían firmes en el esculpir de las piedras como el artista consumado que eres. Sabía yo que la nostalgia ya no tendría motivos y fueron tus esculturas magníficas las que más te dieron satisfacciones. Apenas si concebiste que todos los honores a tus creaciones te hicieran feliz porque eran tuyas; porque se irguieron seguras, asidas de tu voluntad férrea sin más excusa que tu misma creatividad. Te habrías librado acaso del yugo infiel, quizá del egoísmo de su verbo amar.

Y encima de cuernos palos para que las infamias no te concedan el tiempo de aliviar los dolores de una sociedad impenitente y condenada por los actos más viles y escondidos. ¿No sabes tú que el dormir sin patria, anhela demostrar el carácter? Si porque al estar lejos de lo que amas como terruño, te llevará a estar solo contra el mundo y contra todos. Para eso necesitas serenidad, acaso sensibilidad, pero ante todo valentía a toda prueba y recién así podrás amar nuevamente y sin fronteras cuando hayas conocido la urgencia de alcanzar lo que quieres aunque ella no te lo hubiese comprendido. No sé cómo puedo entenderte ahora que me lo has contado, sin pelos en la lengua, sin pena ni gloria y que ahora son tu verdad. ¿Sabes? Me lo dijo tu resentimiento que sonaron más que el laberinto de tus palabras, incluso más que las campanas que llaman a la defensa de tu verdad.

Busca entre las entrañas de la tierra, eleva tu alabanza al Santo y busca en los caminos del atardecer, en aquellos que no ves porque del cielo se abrirá la senda de tu nuevo despertar. Haz de cuenta que estás en el en el infinito oscuro de la cumbre tachonada de estrellas, allí donde la conciencia se encuentra inmersa y sin dueño fiel que la proteja. En ese lugar misterioso entonces, amigo, elévate mucho y destierra los sacos de arena que te impiden triunfar. Cuando comprendas que la libertad significa también morir para entrar en el mundo de la esperanza sin pretextos y ligaduras, entenderás que vale la pena sembrar lo que no ves para tener luego una cosecha de constante felicidad. Pero acuérdate que no serás tú sino será Él quien te lo podrá enseñar. No cejes pues ahora, de perseverar

Una leyenda entonces, será tu figura, tal vez un murmullo pintará tus ojos incrédulos pero serás una estrella radiante en un sol que alumbra pero que no ciega a los desesperados. Tal vez estarás entre las habladurías de la gente o en las tempestades terribles de la arena. Aquellas que son siempre sórdidas, distantes, impertinentes, esas que no forman parte de nosotros y quizá allí te encuentres, en las pretensiones de un renegado, de un orate olvidado o de aquél que no quiso volver nunca, pero que jamás lo habría intentado…

Roque Puell López Lavalle

Click: https://www.youtube.com/watch?v=tWOHU4E1FxM

jueves, 28 de marzo de 2024

Al canto de la orilla

 


Quisiera caminar contigo a la luz de la luna, al borde de la orilla y como la arena nos recibe; vasta, generosa, disfrutando juntos el vuelo de las aves, del mar que se agita impredecible a nuestros pies, así como me inquieta alegre tu mirada. Tus bellos ojos negros son aquel resplandor que me ilumina, son la luz que pinta tu candor y que me invita atrevido a besarte.

Tus deseos me contemplan diciéndome:

        "Quédate conmigo esta noche, veamos juntos cómo se oculta la luna y busquemos el amor, háblame tú como siempre lo haces, con tu voz tierna y rebelde. ¿La ves ahora, cómo nos sonríe?”

Afortunado soy al encontrarte, que soy tirano al no dejarte escapar y querré ser tu más dulce amante aunque no sepa cómo terminará esta aventura. Que me quieres como yo, eso es historia, cuéntame la verdad: No digas que somos pequeños porque te pienso mucho aunque no siempre estés en mi regazo. Las palabras que nos decimos son poemas, acaso delicados versos que se pierden en la inmensidad de la noche que confiesan nuestros anhelos, que se refugian en el alma para luego estar en silencio. Te amo y yo no quisiera perderte porque yo te llevaría muy lejos sin atender a tus ruegos. Y ahora queda mis intenciones para dar fin a las preguntas, muera entonces, el vano sufrimiento.

¿Todavía quieres escucharme?

             "Sí pero ahora quiero que me hables con las manos y que nuestros mimos se fundan en el horizonte y así reírnos de los cuentos trasnochados"

¡Ah mujer! No me tildes de anticuado…

           "Tus amores calmen mis miedos y mis esperanzas, tu corazón viva intensamente con el mío sin saber del tiempo y la distancia, que nunca muera la pasión ni la noche porque ya no importa como tampoco el mañana".

Quiero entonces, dibujarte a besos y admirarte toda para cambiar mis pensamientos por tus incesantes tormentos. Ahora solo quiero convencerme que esto no es un sueño de muchachos, que no hablemos más y vivamos sin cuidados que hoy mismo nos amamos…

        "Entonces, sígueme contando tus bellas intenciones, tus locuras y ocurrencias que tanto hacen falta a mi corazón amedrentado y que nunca se te ocurra, terminar este momento que por fin nos ha encontrado. ¿Me lo dirás?”

Claro que sí mujer, pero después me gustaría que caminemos recibiendo a la brisa, quizás extrañando a las aves que se fueron, dejando nuestras huellas en la arena para que no se borren nunca y que las recordemos siempre, al canto de la orilla…

Roque Puell López Lavalle


El viejo baúl

 


Subí al desván de mi casa aquella tarde, algo me atrajo a él y hacia un deteriorado baúl abandonado en la esquina del tejado. Las telarañas y el polvo, pronto delataron el olvido que sufrió el pobre armatoste. No solo fue por el cúmulo de cosas viejas en su interior sino también por las ideas de antaño y quizá por los sentimientos encontrados que se encontraban envueltos en muchos recuerdos truncos que no volverán. La fatalidad confundida con la indiferencia hicieron su parte, la memoria olvidó la forma de mis vivencias y mi cuerpo ajado por los años, confirmaba que quizá yo no estaba vivo sino que iría camino al más allá porque solo soy un peregrino rumbo a mi patria nueva que ya no se encontrará aquí.

Sin embargo, hurgué entre las fotos amarillentas, rotas y viejas así como los manuscritos sin importancia, tan antiguos como las postales de hilo y huevo que fueron fabricadas a comienzos de un siglo que ya nadie recuerda. Entonces, encontré una carta de ésa época. Mis manos temblorosas desdoblaron poco a poco la hoja sin sobre y empecé a leerla, ¿Era mía? Sí, pero si era para ella por qué la tenía que tener yo, no lo sé, no lo recuerdo, pero vino a mi memoria ahora frágil, que hice una copia cuando joven para saber que necesitaba recordar cómo fue la última manera de amarte o quizá qué pasó en el último instante de tu temprana despedida.

Leyéndola, recordaba aquél día frente al mar donde me dijiste que me amabas. Yo nervioso, no supe que decir pero me miraste con tus bellos ojos y yo esquivé tu mirada. Tomé valor, cogí tu mano y me acerqué a ti. Estábamos solos y nuestras miradas despertaron al amor. Descubrí entonces que también correspondía a tu amor y sin decir palabra, te vi muy asustada. Solo me sonreíste pero no te marchaste y presurosa quisiste decirme algo, más no pudiste. Quedaste así en una sonrosada vergüenza, no podías creerlo, estabas frente a mí y te enfrentabas a lo que siempre habrías querido. Yo no pude retroceder porque en mi pasado quedaban mil preguntas y muchas dudas, más te besé tierno y apasionado. ¿No lo recuerdas? Tú me correspondiste igual, con no poca pasión y alterada como te encontrabas, solo musitaste frases incomprensibles. Era tu gran amor pero extrañamente estábamos en esa lejana y fría playa, alejados del mundo que nos circundaba...

La nostalgia entre los dos nos hizo recordar lo que hicimos y la música de aquél violín lejano que se escuchaba, parecía envolvernos en un hermoso frenesí. Las aves graznaban su acostumbrado chirrido y pronto veríamos juntos el atardecer. Aquellos colores fueron testigos de cómo dos seres, pudieron encontrarse aun cuando jóvenes jamás se habían visto. ¿Por qué tardaste tanto? ¡Era un solo beso apasionado y eso significaba mucho para nosotros! ¡Quién creyera tanta dulzura! El sol se ocultaban a nuestros ojos, ya era tarde y pronto anochecería… ¡Qué temeridad! Te pregunté muchas cosas pero tú asentiste con la cabeza lo que tus palabras no supieron confirmar. Yo comprendí entonces que en ese momento fue el silencio más elocuente que las palabras, pero pensé que en algunas ocasiones, también podría convertirse en un miserable traidor...

Volvíamos así, presurosos por la orilla. La espuma mojó nuestros pies y la brisa se puso furiosa, el sol ya no se veía, apenas una tenue línea naranja denotaba su tímida existencia. Presentí que habría un final y emocionado te quise dar mi último beso porque el mar ya rugía contra nosotros y la oscuridad empezaba a reinar. De pronto, tu cuerpo frágil se quebró entre mis brazos y una luz de muerte iluminó mi mente para no poder reaccionar. Habías muerto súbitamente y no volviste a mis ojos desesperados ni a mi voz temblorosa porque ya no podías verme por más que quise hacerte reaccionar. Te fuiste como se va un suspiro, desapareciste ante mis ojos convirtiéndote en un fantasma. La fatalidad  entonces, se imponía y ni siquiera tu olor a mujer pude conservar. Aquella confusión, me hizo llorar amargamente y luego me di cuenta que mentiste para yo quedarme con mi soledad...

¡Oh, súbita sorpresa! Sin imaginarlo, desperté de forma inesperada pero sobresaltado,  exhausto, sudando copiosamente y pálido con las huellas magras en mi rostro por un gran esfuerzo. Me di cuenta que me hallaba otra vez en el desván ante el baúl polvoriento.  Parecía que fue una eternidad y solo fueron unas horas que se convirtieron en una gran pesadilla. ¡Qué extraña imaginación por leer un papel tan antiguo y sin un vocativo que nunca contesté!

Quizá fue una realidad de mi vida solitaria, yo también morí por dentro cuando partiste a la eternidad. Pero a pesar de mis errores, tuve la esperanza de un esperado perdón tuyo, aquél que siempre evitó el querer saludarme….

Roque Puell López Lavalle

A ti

 


Presiento yo que en  este día, las lluvias habrían llegado a ti

porque la eterna primavera, hacía ratos que la vi partir.

Más tú aparecías por momentos y por casualidad,

al saber yo que lo tuyo, se tornaba en cenizas

vi tu carita bella, como el mes de Abril.

II 

Atento observo en tus ojos muy cansados, tu querer dormitar

pero escuchando que tu voz es tan fuerte en esa pena,

raudo te aviso que por ti, ella nunca querrá cambiar.

¿Por qué entonces, no me cuentas tu pesar?

III 

Yo no pretendo ser ahora, el mismísimo contendor de la fe

ni estar orgulloso de ser el santo de los imposibles.

Pero seré por siempre el héroe de tus películas

donde nadie ni nada, me quitará el papel.

IV 

Escucha y entiende mujer, que mi cariño está demostrado

y que no importa la distancia ni mi papel reservado.

Porque cuentas con mis palabras y consejos.

Porque vivirás con mi amor que es tuyo.

y veré brillar tus ojos nuevamente

al cumplir mi deseo cumplido,

de verte sonreír… 

Roque Puell López Lavalle

Link: https://www.youtube.com/watch?v=rLhawhZtAhI


 

 

Amigo de blanco

Bancos de azul, verde y blanco, se mueven en todas direcciones. Comienza el día en la casa grande. Las lecturas, la atención, el afán, el re...