- -“Aquél que es un amigo, - pensó - no habrá de negarme el auxilio pues yo lo conozco de mano abierta”.
No se equivocó porque Juan escuchó atento su petición y le dijo que no obstante pese a su situación, podía de todas maneras ayudar al dizque Francisco.
- - “Guárdame mis cosas que acordaremos algún dinero contigo y también esta cama de madera que puede servir de algo”.
Paco aceptó entonces la propuesta no sin antes cerciorarse bien de la palabra manifiesta de su amigo. Así las cosas, pasaron las semanas, algunos meses y nada, las promesas no fueron ciertas. Más largas eran las noches que sus términos pues ya parecían que eran inciertos. Pero vino Juan con más subterfugios:
- “Te vendo mi cama por 100 pesos, pues ha sido producto de mi arduo trabajo”.
Pero Paco no podía aceptar por muchas razones, unas por el tiempo y otras por sus ocupaciones. No obstante seguía la tanda de demoras y errores, pero... ¿Con qué cara se vende algo si no se paga lo adeudado?
Más se le vino la noche a Juan. Cuando ofuscado vino Paco a su casa luego de su trabajo, pidió entonces a Juan lo antes acordado. Ante la negativa de este, que traía visos de malas costumbres y mentiras...
Paco le dijo:
- “Saca inmediatamente tus cosas y te vas” - sentenció – si no puedes en pocos meses pagar una deuda, menos podrás en un año”.
Juan no contestó y resentido, sacó lo suyo pero solamente le dejó su burda cama...
Paco, al irse su amigo, recordó que tenía que hacer en su casa algunas reformas urgentes y tuvo que vender algunas cosas. Aquella tarde, pasaba por su casa un ropavejero con su triciclo y presto, le hizo pasar a su casa.
- “Maestro, como ve, de todas estas cosas me quiero deshacer pero Ud.
sabe que necesito ahora, un precio razonable ” - señaló Paco –
Pero el viejo comerciante, en realidad no vio nada de interés y preguntó:
- ¿”Y no vende esa cama”?
Ante la negativa de Paco, el hombre respondió sorprendido:
“El joven que me atendió aquí diciendo que era su pariente, me la quiso vender a 70 pesos y yo le dije que no, entonces me bajó el valor a 30 lo cual le dije que por esa cama solo le ofrecía 10 duros como último precio".
- Y Paco se dijo extrañado:
“P - Pero Juan me la estaba vendiendo primero a 100 pesos, luego a 70 y
como yo no le di esperanzas, él no insistió más” - pensó -.
Entonces Paco cuando se quedó solo y después de pensarlo bien, pudo libremente sacar una atinada conclusión:
- Luego añadió: De un pago que le hicieron a la mala, me quiso engañar y sacar de ello una vil ventaja. La mentira entonces, tiene patas cortas y se habrá de saber.
Pero yo ya conté la historia que es más que una anécdota, es una de esas que ocurren en la vida cotidiana o quizá es alguna que a veces "se cuenta y no se cree”.
Roque Puell López Lavalle
No hay comentarios:
Publicar un comentario