Saliste a mirar por la ventana de tu casa a cada momento, estabas extraña, inquieta, pero no veías nada. ¿Buscabas la perfección? No lo creo. Tal vez querrías encontrar el motivo de tu libertad, el porqué de tus pensamientos…No lo sé. La última vez que nos vimos, creí que habías encontrado una esperanza. Yo pensé mal en ese momento, asumí que cambiaron los tiempos y que al fin, nos quedaríamos juntos para siempre. ¡Ingenuidad la mía! No fue así, solo fue un cuento ilusorio⁹ encontrado entre mil papeles de mi escritorio. Un amor como el tuyo, tan lejano de cariño y de palabras, es hoy un rechazo manifiesto que guardaste sabiendo que no lo venciste. Quizá fueron los reproches de tu conciencia o quizá eran los míos por mi ignorancia, pero olvidaste que los prejuicios y el menosprecio, también se siembran en los momentos del desdeño…
Hace un momento te recordaba cuando pasé por el viejo Café donde un día nos encontramos. Anhelaba tus ojos, tus caricias, las miradas que nos regalábamos, aquellas que parecían reír con nosotros siendo ellas testigos del misterioso incienso de nuestro acercamiento. No obstante, salieron tus sentencias guardadas, las que atesoraste en tu seno y que ahora serían mi desagradable recuerdo. La diferencia es que en ese tiempo, no las supiste controlar y aunque hoy, quisiera yo intentar lo contrario, sería simplemente en vano…
Oí decir que cuando no se valoran las intenciones de un hombre, no lo volverás a encontrar dos veces en la vida porque uno nunca sabe lo que podría pasar. La vida sigue y ahora te vas porque quieres, eso no importa, ahora te entiendo pero no deseo detenerte. Hacía mucho que te marchabas y quizá, yo mismo no me quise dar cuenta. Ya no están las dudas, tal vez encontrarás lo que deseas en el mundo de las vanas ilusiones y de las falsas promesas que se dicen siempre al azar. Seguramente así encontrarás tu camino. ¿No es verdad?
En fin, yo perderé tu amor que vivió con intensidad en mis buenos momentos. Pienso que yo también los haré remembranza en los días malos y en los no saludables. Pero estoy seguro que en ese instante, sabré tener como tú, un querer adormecido o también, no lo niego, un corazón resentido…
Roque Puell López - Lavalle
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