sábado, 25 de noviembre de 2023

Elidio

En aquellos tiempos, uno de los personajes se fue a vivir al pueblo. Pero el fuereño que no conocía el lugar, se tuvo que adaptar en aquél peculiar paisaje que no terminaba de conocer. Por las fuerzas del destino, fue a parar allá cumpliendo una sentencia y no tuvo más remedio que aceptarla. Provenía de la costa y de algunos lugares, donde algunos individuos decían saberlo todo dividiendo al mundo en dos mitades: Los vivos y los tontos que en la replana vulgar se anunciaba como los versos embaucadores que también expresaba el famoso Elidio.

Conoció al fuereño, al conquistador del mundo desconocido y de las almas perdidas formándose así una extraña amistad. Elidio era irreverente en ocasiones pero estaba lleno de matices y de valores que se dieron a las más variadas intenciones e ideales.

Pasado algunos años, en la complejidad citadina, vuelven las alas de la libertad ausente que se pierden en los años del estar en salmuera. Y el aventurero, fiel en la refriega, recoge las piezas desperdigadas de un rompecabezas en un discurso de la vergüenza. Mira con tristeza al innombrable pero este no cambia porque vuelve los ojos al hombre finito que lo acoge despreciando así, el consabido consejo del amigo.

Entonces, entre dimes y diretes del destino, al aventurero tampoco le fue bien y encuentra a la niña mora, aquella de las letras y del afán, dado que sus antiguos fuegos se habían extinguido. Y otra vez, lo impensado se tradujo en momentos de seriedad y de solaz. Pero este conquistador, viaja a una ciudad para un nuevo empezar. Su sombrero va con él pero por un impase que resolver, regresa para en poco tiempo, retornar. Así las cosas, se escribieron, no se olvidaron de su compromiso y día tras día el extrañar se hizo costumbre más las promesas de amor, todo se confirmó.

Hasta que una confesión inesperada, se hizo escuchar. Elidio se enamoró de quien no debía y ella se lo confesó al aventurero. La traición, la deslealtad y la enfermedad que le vino luego al emprendedor, coronó su quebranto en el Hospital. Ella lo abandonó en su estado y su dizque amor, nunca más volvió. Atando cabos, él se dio cuenta que ella también falló y los supuestos cómplices solo se quedaron en silencio. Así pues, el enfeemo, roto y preocupado recogió sus recuerdos, no le creyó a niña la mora sus cuentos y así, cerró su corazón.

Al final, en la soledad más inclemente Elidio desde su última vista al aventurero, se alejó para siempre sin saber a ciencia cierta si estaría vivo todavía. Acaso fue descubierto por su patraña y no la quiso enfrentar. Sin embargo, ahora el aventurero quedó con la costumbre de sonreír siempre y ahora restaurado del todo pero sin familia, continuó conquistando al mundo y a las almas perdidas que al fin y al cabo, era su llamamiento final...

Roque Puell López Lavalle 

Click: https://www.youtube.com/watch?v=zGYsq7cbVZA

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