¿Por qué me reclama el pincel que se niega a plasmar
mis colores? ¿Por qué me regaña la paleta de colores? Solamente realizo esbozos
en el lienzo acerca de mi complicada vida, sea en mis deseos frustrados, en mis
locas ilusiones y quién sabe, en esos solitarios quebrantos. ¿Qué les importa a ellos sí utilizo mil pretextos para hacer lo que
realmente siento? Y ¿Qué carajos pretenden, si solamente son mis instrumentos? ¿Acaso son los resplandores
de la dicha, las acuarelas del romance o quizá las poesías enojosas que solo son los avatares de mi existencia?
Son las respuestas dadas por la necedad y los argumentos de
la infelicidad que disfrazaron una realidad tangible por la razón. De repente despreció la simpleza del momento por la ingratitud de la Marbella cuando le extendí mi
corazón. Mejor serían entonces las luces que traen el nuevo amanecer en una esperanza de
realidades que una dicha que finge ser verdadera. Pero siempre
haya una atardecer que invita a una esperanza, aún existe el viento que nos abraza ¡Vive la aurora que nos inspira a las nuevas realidades!
Escribir para lidiar con los fantasmas, describir a las
sombras en las noches vacías, amar a la
ingrata para que despierte de su pesadilla o tal vez pintar otros corazones que
anhelen ser conquistados. No lo sé, es la vida misma en un momento mágico que
ahora es el sentir de mis recientes promesas y decisiones. Tal vez en el
mañana; estaré recordando la sonrisa de un niño travieso, que alguna vez fui
para no pensar más en quien ayer solo fue una burda fantasía...
Y son las pinturas de mi lienzo, la composición de mis colores que expresan mi pensamiento y caigan una a una las perspectivas falsas
de un tenor tan falso como el centauro. Las grandes pinturas de los maestros nos
dieron una lección del ensañamiento, de la locura, quizá la hipocresía sentida de sus
personajes, más sí se plasmó la expresión sincera de
sus ambiguas intenciones. No se busca la intensidad de la vida si no hay una
voluntad que llegue más alta que las estrellas, pero si se puede llegar a la
sinceridad de los gestos en un pictórico mural de los tristes desencuentros...
Roque Puell López Lavalle
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