jueves, 20 de junio de 2024

Cuerda de tres dobleces

 


Hoy fui a esperarla al Aeropuerto de “La Aurora”... Llevaba un ramo primoroso de flores, las más hermosas del campo, para alguien que en mi corazón late de esperanzas, para la más bella de mis amores y para seguir queriéndola con tantos temores. Quería conocer el fin de mis días en el atardecer de mis años o quizá, en los murmullos de la noche.

Las nubes del cielo parecían pedirme lo que antes no fue, los vientos reclamarían las palabras que alguna vez se debieron de expresar pero a pesar de todo, su rostro de ese momento se quedó grabado en mi ser. Sin embargo, me di cuenta que no se pudieron confirmar. Pero las esperanzas fueron seguidas por una realidad que no entendía pero otra vez y sin esperarlo, nuestros caminos se volvieron a juntar. Conjugamos de esta manera nuestras vidas con aquellas bendiciones que confirmaban mi corazón al suyo. Nuestras miradas se comprendieron finalmente y no hubo nada más que hablar. El contemplarla en mi vida, era suficiente porque el abrazarla sería el gran comienzo para los dos.

Ahora las noches serían nuestras, las conversaciones serán incontables y nuestro amor volaría inmenso. Se mostraría como el infinito cielo azul y se entendería como el encuentro de dos en el horizonte. Habrán solamente dos siluetas que se fundirían en un instante, una para entregar el manantial que no terminaría y los dos para beber de la fuente que sería continua. Por eso, sueño siempre en aquel encuentro y quiero besarla apasionado, por nuestro gran contentamiento.

Esto es para que sepas que lo mío es para siempre, es para que te enteres que mi amor es como un juramento, que solo estará invalidado cuando yo esté muerto. Mientras tanto, vivo este momento, en este mismo instante en el que te estoy escribiendo.

Lo que sucederá después con nosotros, será como la unión del cielo a la tierra, como el mar a las tormentas; pero esta vez anhelo que lo nuestro sea como una fortaleza, como un castillo inexpugnable. Y para que suceda eso, lo nuestro será como una tremenda cuerda, si, como una tremenda cuerda…pero de tres dobleces.    

Roque Puell López Lavalle

 

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