miércoles, 26 de junio de 2024

La mujer perfecta



Llena de sueños y aspiraciones te conocí en los momentos que eran importantes en mi vida. Eras una mujer joven, una chiquilla con ilusiones y fueron las cercanías que el destino nos atrajo para ser mi cuña sin tanta fiesta que llevar las flores al altar. Y así nos hicimos amigos en la brega y en las ambiciones, unas menos y otras más, pero siempre seguías tus sueños, tu vida y tus conciertos del cantar.

Pero peregrinos somos y en el camino de recorrer la vida nos equivocamos, triunfamos y las alegrías a veces conseguidas a trompicones nos condujeron algunas veces a no muy felices decisiones. En esos tiempos y en esos lugares, surgieron como siempre los grandes amigotes, aquellos de los que te condenaron o los que no te entendieron, sin embargo, no escapaste tú al escrutinio de estar entre los más cercanos.

Sin pretender ganar banderas y partido a mis campañas, esperé de ti algo mejor como lo hicieron tus correligionarios de sangre y de crianza. Quizá esperaba una actitud más sabia, una identificación con nuestra raza humana pues todos somos hechos con el mismo barro y agua. Así cómo somos como personas simples, un hombre y una mujer, la semilla y la naturaleza, las mismas alegrías y las tristezas y también las que vivimos en mi casa, como si fuéramos hermanos.

Pero no fue así, era mejor la condena a los fracasos que se mostraban en ese momento como si fueran las derrotas de un soldado. Tu silencio fue mejor que la indiferencia, nunca supiste hablar aunque te dabas cuenta. Más fácil fue el fallo del juez sin apelación, sin oportunidad y sin retraso. Al fin y al cabo, la gracia no era dada para ti pero como eres ahora la gran señora, no podrás decir que nunca fallarás siendo feliz, porque a todos nos puede llegar la espada de Damocles en la cerviz.

Fueron la paz y el tiempo, ni siquiera el libro de los evangelios que se dieron cita para llevar mi consuelo. Más fueron tus encendidos celos de una hembra ardiente que tender puentes, para el pérfido intransigente. Era más importante vengar la sangre con actitudes incongruentes y por ello olvidar que tú también participas en la conducta de la gente. Pero el pasado nos condena como el presente lo confirma, que por creerte tú tan perfecta y tan justa, que por más que sepas o años te de la vida; así esta fuera tan burda, tú no te podrás despojar de ser siempre para todos, la “mujer perfecta”.

Roque Puell López - Lavalle

2 comentarios:

  1. Somos Perfectas dentro de nuestras imperfecciones, entregadas al amor más sublime y transparente

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  2. Gracias pero lo q escribí no es una crítica general a la mujer sino es la historia de una mujer en particular x su comportamiento tan inmaduro. ¿Viste? Eso es diferente.

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