viernes, 24 de enero de 2025

El poema de los días inciertos

         El entrelazado de tus cabellos húmedos fueron mis anhelos, quería tenerlos entre mis manos, tus ojos vidriosos y el sueño de tu silencio, pretendía alcanzar. Te imagino en el horizonte de mi pensamiento pero siento tu deseo de no querer hablarme y no obstante, allí estás, alegre, esquiva, cortando las palabras que no me deseas contar. Tu mirada distraída se muestra en la oscuridad de la noche que se asoma y que amenaza a la fría tarde de mayo. Sin embargo, bello es correr en el monte abierto, en la melodía que mi alma escucha y así todavía me regalas tu carita risueña, tu temor de niña insegura frente a mi ánimo inadvertido.

Pero tengo paz porque no me detienen los abismos de nuestra existencia o la duda impertinente de cómo eres realmente. Poco me importa ahora mi voluntad extraviada frente a la tremenda aventura de lo que podré encontrar. Solamente sé que deseo para mí un frenesí de emociones sin respuesta, un cálido sentido a lo que mi alma pena por ese desasosiego que ahora vivo, por ese dolor que ahora experimento y no hallo como explicarte que en lo más profundo de mi ser, también existe un querer para ti..

Me dijeron que tú conocías la nostalgia del viajante, la tristeza del desamor y la consecuencia del sentimiento acongojado. Recuerdo la última vez que hablamos, parecías interminable en tu experiencia maravillosa de cómo pudiste reflejar tu canto o el cómo llegaste al corazón de tantos. Me alcanzó mi sonrisa a convencerme de que eres la única, el ser más maravilloso que conozco, terminas en un segundo el más ardoroso poema de amor y la inigualable calamidad de un terrible tornado. ¡Qué dulce desengaño!

Eres misteriosa, valiente, sin cuidados, mi alma no te conoce y te alaba, tal vez serán las sombras las que no me dejan ver tu rostro perfecto, el que nunca se cansa de dar felicidad. Me avergüenzas, acaso sabes mis secretos, tal vez conoces mi vida pero quizás no la intuyas. Yo confundo tu serenidad con mi vivencia, no las puedo separar pero tu presencia está conmigo, regalas esperanza, haces olvidar los ingratos recuerdos, señalas el camino verdadero con una inocencia que cautiva y que revela lo mucho que me quieres.

Por eso te necesito, como la mañana a la noche y el mar a la tierra. Voy en pos de ti porque ahora mis sentimientos ya no los puedo ocultar, tal vez si quisiera pero tú ya me conquistaste, ya me conociste, pero por primera vez tengo admitir que eres la primera que me escuchas como soy, o la primera que se perderá conmigo en el torbellino de mi pasión. Tu nombre lo ignoro, no me lo dijiste. Solo puedo saber que me entregaste el ansiado consejo, la dulce respuesta de una esperanza que todo cambiará, que todo será diferente desde ahora, aun si el amor que existe entre los dos nos sonríe. Seremos los compañeros infatigables, los eternos amantes, yo porque te anhelo cada día y tú porque me darás la pureza de tus ojos. ¡No sabes realmente lo que siento!

Entonces, ya podré retomar mi camino porque veo a lo lejos una montaña inmensa, alta como el cielo, llena de paisajes y de diferentes colores. La diferencia es que ella tiene aromas que encandilan y tú tienes las flores que me gobiernan, tú eres la luz brillante de la luna que me atrae. Ahora tú tendrás mi esperanza, la consumación de mis sentimientos o de repente, el ocaso de mi vida. 

Pero si no es así, sea éste el último recuerdo del bello poema de los días inciertos porque te amo y ni siquiera la muerte podría separarme de tus brazos…

Roque Puell López - Lavalle


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